Churruca en la batalla de Trafalgar
Subió Churruca al alcázar, llevando á su lado al capellán del buque revestido de blanca sobrepelliz, y todos de tácito acuerdo, con los ojos húmedos y el pecho oprimido, caímos de rodillas.
Habló Churruca, y en voz alta y perfectamente perceptible dijo: "Cumpla V. con su ministerio: absuelva á estos valientes, que no saben lo que en la batalla les espera". Pronunció el sacerdote con voz entrecortada las palabras sacramentales, y alzóse en el aire su diestra dándonos el perdón de nuestras culpas y la bendición del cielo. Del sublime recogimiento que embargaba nuestros ánimos nos arrancó la voz poderosa y vibrante de Churruca que, como el eco del clarín tocando á ataque, nos hizo poner en pie súbitamente, con los ojos chispeantes de entusiasmo y el corazón palpitante: "Hijos míos, rugió el gran marino, en nombre del Dios de los ejércitos, prometo la bienaventuranza al que cumpla sus deberes; el que a ellos falte será fusilado; y si escapa a mis miradas o a las de los valientes oficiales que tengo el honor de mandar, sus remordimientos le seguirán mientras arrastre el resto de sus días miserable y desgraciado". Dijo, y por tres veces dio el grito de ¡viva el rey! que fue contestado por todos... Y llegó la hora suprema...
Churruca yacía en el suelo en un charco de su propia sangre, manteniéndose a duras penas medio incorporado sobre el brazo izquierdo. "Esto no es nada; siga el fuego" dijo serenamente el héroe. Una bala de cañón le había arrancado una pierna. Llevámosle a hombros, cómo Dios nos dio a entender, hasta la enfermería, donde se le acostó y se le prestaron auxilios á todas luces inútiles, dado el carácter mortal de la herida.
Rodeado de algunos oficiales inclinó la cabeza á un lado, cerró los ojos y apaciblemente se durmió para siempre en el Señor, á quien invocaba, aquella santa víctima de su heroísmo y de su amor inextinguible a Dios y a su Patria.
¡Felices mil veces los que perecen por los venerados ideales!
Este impagable texto que os ofrezco es la Lectura 16 de la lección "Dinastía Borbónica: Carlos III y Carlos IV" del libro con el que abro, una joya que encontré en la Feria del libro antiguo y de ocasión. Se trata de una Historia de España editada en octubre de1911 en Barcelona por la Librería Católica, sita en la Calle del Pino, 5. El Nihil Obstat está firmado por el censor Jaime Pons, S. J. El Imprímase corresponde al Provicario General, Justino Guidart, por mandato de Su Señoría Lic. Salvador Carreras, Pbro. Fascinante.
Me encanta leer esos textos de epocas pasadas y descubrir como hemos cambiado. Me gustan especialmente las publicidades, impagables. Recojo todo papel viejo que encuentro y lo devoro. He llegado a desmontar los canutillos de una cortina vieja que encontre en una escombrera para leer los fragmentos de periodicos con que estaban hechos. Muchas veces he estado tentado a subir algunos fragmentos por aqui. Tu lo has hecho. Gracias, guapa.
ResponderEliminarUna afición más que compartimos, cómo me alegro. A mi me apasiona. En realidad mi formación es de historiadora y, si los avatares de mi vida me lo hubieran permitido, mi intención, al terminar la carrera, era irme a Simancas a vivir entre legajos. Así que imagínate lo que disfruto cuando encuentro estas rancieces. Te traeré más. Muchos besos
EliminarEste texto que nos ofreces tiene para mi el mismo poder de traslación instantánea que el de los olores. De pronto, me vi sentado en un pupitre del colegio de La Milagrosa de Oviedo en clase de la memorable sor Julia que me hizo temblar y llorar pero que me enseñó tanto que pasé los tres primeros cursos del bachiller sin despeinarme y con buenas notas. Mil besinos, reina.
ResponderEliminarQuerido, este texto es de 1911 y, aunque somos ancianos venerables, no llegamos a tanto. Jajaja. Mil besos, josé
EliminarMi viaje al pasado no fue debido a que ya haya chocheado del todo sino al recordar El Libro de España, de lectura obligada en los centros escolares de mi primera década, que utilizaba el mismo tono épico que nos ofreces en este texto. En cuanto a lo de la venerable ancianidad, ay, ni te cuento: la otra noche tenía la castañuela en su vasito con agua sobre la mesita de noche cuando pasó por allí Aznar, el gato más antipático del mundo que mi vecino Sindulfo me dejó en depósito mientras él se iba con Ludivina, una amiga de su residencia, al balneario de Guitiriz. Pues bien, Aznar movió la mesita y todo se vino abajo haciéndose añicos mi apreciada castañuela. Como quiera que renovar la prótesis me va a costar la pensión de un mes, he decidido proceder contra Aznar, creo que una noche de estas lo asaré a la estaca y me daré un homenaje a la luz del firmamento estrellado sobre un prado de manzanilla. Estás invitada.
ResponderEliminarJajajaja. Eres más tonto que Abundio. Muchísimos besos
EliminarEse valor merecía mejor fin. Mientras los areneros preparaban los sacos que habrían de echar en los charcos humeantes de sangre -no fueran a resbalar los artilleros en el fragor de la batalla- el Borbón se comía una pularda en Aranjuez. Unos músicos tocaban una pieza de Boccherini detrás de un cortinón. Mientras, en una coquetona recamara entre mansardas, la de Parma se mordía un puñito tratando de ahogar un gemido delator.
ResponderEliminarHay que reconocer que el capellán tuvo cuajo y que no hurtó el cuerpo en la batalla: Rouco no se hubiese embarcado en el San Juan Nepomuceno. Pero esos oficiales tan aguerridos y tan fanáticos que amenazan a la marinería que acaba de conocer el mar... Lo más terrible es cuando les dice que si alguno chaquetea y no es percibido por los jefes va a sufrir unos terribles remordimientos que pa qué. Esas crueldades no se dicen, don Cosme: mejor dejar las piernas y los mondongos sobre cubierta antes de fallarles a los oficiales de Su Majestad.
Sol mío: este texto será impagable para ti. Espero que lo sea por la donosura literaria, no por la moralina que destila.
Acabo de llegar y ya sufro un disgusto.
Un beso, anda.
Jajajaja, no te me disgustes. Y no me digas que no es fascinante. Al ronco son de los clarines, los ejércitos avanzan. Jajajaja. Total.
EliminarBienvenido a esta tu casa. Espero que hayas encontrado a Lusitania tan hermosa como hace unos meses la dejé. Besos