Cuando Dalí adquiere la casa para Gala está casi en ruinas, y el jardín en estado salvaje. El pintor se enamora del romanticismo del lugar y la rehabilita tratando de preservar ese aura decadente, creando en su interior espacios insólitos que decora a su excéntrico modo (os mostraré los interiores otro día, creo no haber visto nunca algo tan estrambótico), conservando la caótica exuberancia del jardín.
No conozco Bomarzo (aunque pretendo remediarlo este otoño: después de leer a Mújica Láinez en mi juventud, visitar los jardines del príncipe Orsini es uno de los sueños de mi vida) pero, salvando las distancias, el pequeño jardín del Castillo de Púbol me recordó a la imagen de aquel que se ha forjado mi imaginación. Jardines mágicos por obra y gracia de la imaginación de su dueño, en los que habitan sus criaturas. Como en la Quinta da Regaleira, de Sintra, de la que os hablé hace algún tiempo; o como aquel construido por Luis II de Baviera, poblado de autómatas: creo que se trataba de Neuschwanstein.
Secretos miradores, fuentes, alegorías, y sus esbeltos elefantes de trompas levantadas, los mismos que representó en alguno de sus cuadros. Un jardín misterioso y recoleto, un refugio para Gala y, a la postre, su mausoleo.
Viendo que otros comparten mis ideales de belleza, se encalma el pájaro que ha anidado en la jaula de mi pecho, y ya no se estrella contra el lado cóncavo de las costillas, en un volatín desesperado de alas rotas, en un intento vano de levantar el vuelo.
ResponderEliminarEs esta una pequeña república de las letras, frágil, cándida, amenazada. Procuremos que no sea efímera. Que no nos roben -también- la esperanza.
Por lo demás,bene: ogni mattino, in questa Casa, spunta il Sole e la Pace.
Baci, carina.
Sosegaos, querido, seguiremos compartiendo hermosas cosas insignificantes. Disfrutad de nuestra tierra por mi también. Besos
EliminarNo podia ser de otro modo, Sol. Tambien yo, como te dije, visite Pubol. Pero lo que no te habia dicho es que lo que me mueve desde hace años a buscar esos lugares magicos, como sueños, es el intento de retornar a ese jardin del principe contrahecho en el que vivi durante la lectura que cambio mi concepto de la belleza. Que me hizo cojer la mochila y marcharme a descubrir Florencia en mi viaje iniciatico de juventud. Algun dia tambien yo visitare Bomarzo, lo se, aunque tambien se que no sera el parque que soñé. Un beso, guapa.
ResponderEliminarTambién yo viví un viaje iniciático a Florencia, hace muchos años. Como me gustan estas coincidencias! Allí anduve tras el rastro de los amores de Juliano de Médici y Simoneta Vespuci, de la Beatriz de Dante, de los pobres amantes de Vasco Pratolini y su Via del Corno, del rostro de Simonetta en los bottichelis... Qué ciudad, con esa luz dorada sobre el Arno. Tengo que volver. Besos, David
EliminarYo volvi en otras dos ocasiones, ya con gente y logicamente no fue lo mismo, pero mi plan de futuro es coger el coche y descubrir la Toscana con Josep (le llevé de paso unas horas para que viera la ciudad y lo estropee, enseguida me arrepentí). No se puede amar una ciudad como esa con prisas. Nada como sentarse a la sombra de un olivo en Boboli y contemplar la ciudad a tus pies una tarde calurosa o visitar en soledad la Capilla del palacio Medici-Ricardi, uno de los lugares que mas me han impresionado(y donde por cierto Orsini perdio su virginidad si no me falla la memoria). Algun dia, algun dia.
EliminarYo no he vuelto, y lo cierto es que ya va siendo hora. Y es verdad, hay que ir con tiempo para paladearla despacio. Qué vicio de viajes!
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