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lunes, 26 de agosto de 2013

"Todos los sueños rotos", por Manuel Vicent

"Año 1973. Los progresistas de antaño se reconocían entre ellos en la calle por la forma de vestir, trenca con capucha y trabillas de hueso, camisa de leñador, chirucas o zapatones de pisar charcos, chaquetas color miel de pana rayada, nunca de pana dulce. Lucían también ornamentos capilares, melena, patillas de hacha o barba ritual. El atuendo tenía sus complementos: la revista Triunfo bajo el brazo, Hermano Lobo o Por Favory el diario El País de los primeros años, hasta la llegada de los socialistas al gobierno. No se distinguían por su arrojo político; en general, frente a la dictadura preferían el sarcasmo a jugarse el pellejo con los guardias. Adoraban las sillas de enea, las alfombras de esparto y la cerámica popular; bebían tinto, pero todavía no hablaban de añadas ni sabían si el vino rompía en boca o tenía retrogusto. Ese vocabulario llegaría con el desencanto, años después, cuando se perdieron los ideales.

Ellas eran más valientes, más arriesgadas. Venían breadas por una lucha personal que buscaba primero la propia liberación frente al machismo y el autoritarismo del padre. Se implican en la batalla política con un proselitismo de piel, hasta el punto que no había forma de ligar con cualquiera de ellas si no pertenecías a la tribu. Llevaban botas altas, jersey de grano gordo o minifalda vaquera con blusa de algodón, bajo la cual dejaban bailar los pechos sin sostén libremente.

Los progres de manual eran gentes con estudios, la mayoría estaba o había pasado por la universidad, los más apreciados solían ser publicistas, informáticos, cineastas, fotógrafos, arquitectos e interioristas. Ellas eran profesoras o trabajaban en las multinacionales y se decía que alguna había alcanzado un puesto en la dirección de la empresa, pero normalmente se quedaban de secretarias de confianza de algún alto ejecutivo.

La extracción social era determinante. No podía decirse que hubiera obreros progres. Un metalúrgico de la Perkins o de la Pegasso, un campesino o un minero era simplemente rojo o nada. Tampoco en la universidad los estudiantes excesivamente comprometidos y concienciados encajaban en el diseño, porque en el boceto del progre había un elemento de frivolidad y erotismo porrero que ahuyentaba a los exiliados o militantes clandestinos, que se tomaban la lucha política en serio. De hecho un comunista que tuviera una amante era expulsado del partido. Los progres tenían una ideología de izquierdas, aunque también los había liberales furiosos, que en el fondo creían que era más explosivo el cóctel Manhattan, wiski con vermú rojo, que el cóctel Molotov y pensaban que el triunfo de la revolución social también consistía en llevarse a una de aquellas chicas de cara lavada a Oliver y después a la cama. Algunos troskoeróticos se fundieron con el hipismo, ensayaron la comuna y probaron el intercambio de pareja. Este hedonismo era también una frontera. No lograron la ruptura política, pero hicieron suya la ruptura en el placer.

La derecha los zahirió hasta el escarnio, pero a esa generación de progres, muchos de ellos hijos de vencedores en la guerra, le debe este país la libertad y la democracia. Venían de las tinieblas, fueron los primeros en viajar, en estudiar masters en Harvard y al principio ocuparon puestos de subdirectores generales técnicos en la administración del estado estando todavía los franquistas en el aparato y luego se incorporaron a las filas de UCD y del socialismo, ocuparon las instituciones y terminaron por trasformar el país. Finalmente los sueños de aquella generación se fueron al diablo."


Muchos de los visitantes de Mi casa que pertenezcan a mi generación, estoy segura, sentirán al leer estas líneas una ternura similar a la que he sentido yo !Benditos años¡ El artículo de Manuel Vicent no acaba aquí; su objeto es comparar a los jóvenes de entonces con los actuales. Merece la pena leer el artículo completo, aparecido en el diario El País ayer, 25 de agosto de 2013.

4 comentarios:

  1. Sí, muchos de ellos pasaron a engrosar las filas de la UCD y del PSOE felipista. Primera criba. Un joven con conciencia desarrollada sólo podía tomar partido por el Partido: el Partido Comunista, el único que había luchado por la democracia hasta entonces. La UCD, a pesar de lo positivo que llegó a ser Adolfo Suárez, no dejaba de ser percibida como una parte de la derecha, la más moderada y reformista, pero derecha al fin. El PSOE, pasada la obnubilación colectiva por Felipe, fue dando muestras evidentes (para los que no estaban ciegos o no querían estarlo por un acto de voluntad acomodaticia) de cuánto de falaz y oportunista había en aquel partido de nuevo cuño (sí, de nuevo cuño, pues pocos referentes conservada del que fundó Pablo Iglesias).
    Y una parte de aquella juventud "progre sin pasarse", la que se había autoimpuesto un límite que no rebasaba las bien nutridas y provistas escuadras socialdemócratas..., ocupó los puestos de las nuevas nomenklaturas del bipartidismo pactista... Y hoy vemos, desolados, la miseria moral e intelectual en la que nos hallamos sumidos. Parece que poco se ha hecho en todos estos años de alternancia en el gobierno para que este pueblo inculto y adocenado que había salido del franquismo quemara etapas para homologarse con lo mejor del pensamiento y de los usos europeos.
    Todo lo anterior lo he dicho porque quiero manifestar mi repulsa hacia quienes sostienen que, en política, "todos son iguales". Sólo tendrán derecho a decirlo si, después de otorgar su voto y su confianza a una formación como IU, heredera de la mejor tradición en la lucha por los derechos ciudadanos, se consideran defraudados.
    Dada la pestilente situación a que ha llegado la convivencia en este país, parece probable que este gobierno felón no ha de agotar la legislatura. Y conviene tener presentes estas cosas que digo.
    Salud.

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    1. Veremos qué ocurre en las próximas elecciones, aunque los sondeos no son muy esperanzadores. O cambia el "régimen" o nos vamos al cuerno. Un abrazo, Germinal

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  2. Hola, Sol, ¿cómo estás, cara? Supongo que de vuelta a la estepa. Yo, de momento bien. Gracias.
    De Manuel Vicent acabo de leer resién "El azar de la mujer rubia". Ahora estoy con la novela corta de R. Chirbes "Los disparos del cazador".
    La semana pasada asistí al concierto del pianista ruso Ilya Itin, dentro del XIV Festival de Piano de Gijón, interpretando obras de Listz y Debussy. Creo que lo mejor fue la Sonata en Si menor del primer autor. Pensé por un momento que si te pillaba el evento en la ciudad bien podías estar entre el público.
    Este viernes, en la sesión de noche (como siempre) veía una peli que me gustó bastante. Y digo "bastante" con la intención con que dicen este adverbio nuestros adolescentes (entre los veinte y los veintiséis): mucho.
    En el film queda claro que la supervivencia de un grupo de músicos (un cuarteto en este caso), la música en general y el Cuarteto Op. 131 de Beethoven en particular, están por encima de fruslerías tales como el amor entre dos personas, que bien puede ser sacrificado en aras de la mejor marcha de la formación musical. Hay gente muy particular, ¿no crees, Benvenuta?
    Ah; no te dejes convencer por el argumentario pelín radical de ese Germinal. O piénsatelo dos veces antes de dar tus riquezas a los pobres y seguir su estela... iluminada.
    Besos, Sol.

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    1. El viernes por la noche vi, en el Auditorio de Oviedo, "Nosferatu" restaurada, con la banda sonora que ha compuesto Sánchez-Verdú y que interpretó la Orquesta Filarmonía y el coro de la Capilla Polifónica de Oviedo. Me entusiasmó. Tu plan no estuvo nada mal tampoco, no.
      La peli que dices debe ser "El último concierto"; la tengo en cartera, tiene muy buena pinta. Y ya me dirás que te pareció la novela de Chirbes. Yo me estoy haciendo con toda su obra, que va cayendo poco a poco. Me trae loca, ha sido un descubrimiento. Besos también para ti

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