Cuando vuelvo a una ciudad conocida, querida, renuevo las rutinas que le son propias, los trayectos familiares, mis costumbres en sus calles. Vuelvo a comprar en las mismas tiendas, visito los viejos rincones, paseo los mismos paisajes. Renuevo mi amor a ellas, que se mantienen casi idénticas mientras yo envejezco. Cuando paseo por el Muro de Gijón y llego a La Escalerona, saludo la casa donde veraneaban mis abuelos, y recuerdo a mi abuela asomada a la ventana, esperando nuestra llegada desde Madrid, con la merienda preparada. Y al llegar a la escalera 14 que conduce a la playa busco un toldo de rayas verdes y blancas, como el de mi infancia, y me recuerdo junto a mis padres jugando al clavo, tomando el sol o en mis primeros escarceos amorosos. Ante el Club de Regatas vuelvo a ser aquella joven de sus primeros trajes largos, y en el Parque de Isabel la Católica, risas y juegos con mis hermanas y mis primos. Somió, El Jardín, El Barín, La Providencia, La Lloca del Rinconín, La Pondala, Somió Park...
Ya adulta me enamoró el Elogio del Horizonte, y allí regreso siempre con la seguridad de encontrarlo con los brazos abiertos, abrazando el mar, el viento, y a mí. Temprano, esta mañana, volví a sentarme bajo su sombra, mirando el mar, adormecida por el sol. Disfruté de mi soledad y del silencio, solo roto por el bronco susurro de las olas.
Y allí estuve con la mente perdida, dejándome mecer. Las campanas anunciando las once me despertaron de mi ensoñación. Luego interpretaron el
Asturias patria querida, tintineantes, la misma melodía que cuando la escucho en Oviedo, marcada por el reloj de la Caja de Ahorros, me llena de tristeza.
El cielo se fue cubriendo de nubes. Refrescó, y volví sobre mis pasos. Siempre cuesta trabajo decir adiós.
Ah, qué terrible nostalgia inunda a Sol Pau: del tacón de aguja a la peineta, del puente a la cadera...
ResponderEliminarYo le suplico que tenga en cuenta las consoladoras teorías de la Física, que dicen que el tiempo no está compartimentado en eras, milenios, siglos, días o minutos, sino que es un presente eterno y que, por lo tanto, tan presente es el hoy de sus nostalgias (ella que posee tanto...) como la tarde en que la besaron (¿besé?) por primera vez en Somió Park.
Ideas consoladoras que hacen posible que rechacemos a quienes nos hablan de SU tiempo, como si todo estuviese periclitado y sólo les quedara "veure passar la vida des d'un finestral", como diría Lluis Llach.
Por mi parte, haré todo lo preciso para que sus rememoranzas no sean tristes.
Besos, Sol.
Soy un ser nostalgioso, querido... sufro y gozo una atracción irresistible hacia lo irrecuperable, lo que no me impide disfrutar con toda intensidad de lo que el presente me va colocando en el camino. Consciente de que algún día volveré por donde ahora transito, y sentiré la misma punzante pérdida que ahora frente a los paisajes de mi infancia y juventud. Ni modo ... Quizá ser consciente de ello me empuje a vivirlo con los cinco sentidos, vivir por inmersión, si me permites la estupidez.
EliminarPor otro lado, una alegría volverte a encontrar en Mi casa, que siempre te echa de menos. Un beso