En esta zona del Concejo de Valdés asturiano, en el que se suceden los acantilados de vértigo, hoy os traigo el de La Regalina, muy cerca de la preciosa localidad de Cadavedo, donde, sobre la pradera que lleva la rasa litoral hasta el precipicio, el padre Galo (un personaje interesantísimo, oriundo de estas tierras, del que os hablaré otro día) levantó la deliciosa ermita que veis abajo a la derecha, junto a uno de los dos horreos que se conservan en esta pradera.
El último domingo de agosto se organiza aquí una romería en la que se pasea a la Virgen de la ermita, y se le baila al borde del acantilado. Dicen los lugareños que la fiesta congrega a creyentes y agnósticos, que se acuerdan de la Virgen en cuanto se asoman al vacío.
La Regalina es una belleza. Aunque yo afectiva y familiarmente estoy más vinculada al oriente de Asturias, el occidente me enamora cada día más.
Hacia algunos dias que por falta de tiempo no entraba por tu casa. ¡Vaya entradas estas ultimas!. No se cual me gusta mas. Ese mar, blanco, espumoso, bajo los acantilados da , como tu dices, un poco de miedo. Miento, ya sabes cual me gusta mas, esa Villa Excelsior, por la que daria mis huesitos. La casas de indianos siempre me han fascinado, recuerdo un extenso reportaje hace ya años, en el Pais Semanal, que seguro aun guardo por algun rincón. Y para colmo me entero que andas por Italia y no me llevaste de maletero como quedamos. Vaya jugada. Confio que lo disfrutes por los dos, y me siento a esperar paciente a la llegada de esas entradas en que nos haras vivir sensaciones y experiencias que solo personas como tu sabeis transmitir. Godetevi il viaggio, amica.
ResponderEliminarJajaja. Quedamos en que eras tú quien me iba a llevar como porteadora!!! Ya estoy de vuelta. El viaje a Italia, increíble. Ya te lo contaré por capítulos. Un beso enorme
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