Mañana de sábado en Madrid. Desde que no levantaba un palmo del suelo, acostumbramos mi nieto y yo a compartir el aperitivo con periódicos y tebeos en una terraza cercana a mi casa, en un ritual que él espera con expectación durante toda la semana. En los últimos tiempos suele llegar con el libro que está leyendo, "un libro de solo letras", como denomina a los textos para "niños mayores", ya sin ilustraciones.
Este sábado interrumpe mi lectura con un apasionado: "Mira abuela, que cosa tan bonita dice mi libro". Se trata de Skulduggery Pleasant. Un detective para morirse, de Derek Landy. Y lee en alto: "A mi buen amigo y guía Skulduggery Pleasant, le dejo el siguiente consejo: tu camino no es de nadie más que tuyo, y no es mi deseo desviarte de él: pero a veces nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y la mayor batalla que podemos luchar es la que nos enfrenta a la oscuridad interior. Se aproxima una tormenta: recuerda que a veces la clave para llegar a buen puerto está oculta, pero otras veces se encuentra justamente ante nuestros ojos".
No salgo de mi asombro.
Después de leer el poema de Pessoa "Correrá todo sin tí"...
ResponderEliminarIncrusto (ya empiezo) una bagatela del viaje de marras.
En la pasarela oscilante, Hamlet, especuló con pesos, distancias y medidas; con la inercia del dolor tras el impacto mortal; con que le vieran reducido a una piltrafa que tornara en espasmo horrorizado lo que debieran ser lágrimas amantes. Y le asaltó una visión fugaz de despachos de notarios, de talones bancarios que se deslizan en la tolva enrejada de una sucursal bancaria... ¿Y qué iba a ser de las cosas de Hamlet? De las piedras talladas por aquellos hombres cejijuntos y sin mentón, que tardó años en coleccionar?...; de las cuartillas manuscritas que duermen en un cajón secreto. Y los pensamientos, ¿adónde irían a parar los pensamientos de
Hamlet? Como este de ahora, al ver a este niño aplicado sobre un libro, bajo la mirada amorosa y vigilante de su joven abuela. Por cierto: le encuentro cierto parecido conmigo, cuando tenía su misma edad... Ese corte del pelo sobre el cuello, bien abajo, lacio, la mente absorta en la lectura... Y al llegar a este punto me asalta un flash-back y me veo una tarde de otoño en "El Jardín" de Somió. Mi mirada ha quedado prendida (prendada) de una joven delgada que está sentada en una mesa ante unos vasos amediados de Trinaranjus (quizá Kas o Fanta o Mirinda: do you remember, darling?). Las amigas se han ido al interior del bar a ver si les preparan unos bocatas de mejillones (o de calamares, o de cabrales, o de chorizo...). ELLA, no; le basta con su refresco y una bolsita de pipas que tiene sobre las rodillas (bien torneadas, por cierto).
Yo llevaba una americana blanca de algodón con las mangas arremangadas sobre los codos; mocasines de piel vuelta y un niki negro , como los pantalones de loneta, ceñidos en lo alto y un poco acampanados en los bajos. Y nuestras miradas se cruzaron y se enlazaron por unos segundos..., hasta que mis colegas me llevaron en volandas hacia la parte alta del recinto, donde tenían preparado un florido botellón (avant la lettre). Cuando me deshice de aquellos pelmas corrí en dirección a la mesa de la joven que me había cautivado, pero un camarero retiraba los vasos y recogía en una bolsa las cáscaras de pipa y algunos papeles de estraza (do you remember, Sol?: estrazzza, bella parola italiana, credo). Se había ido sin dejar rastro. Hasta ahora.
Viendo tu foto de arriba, tengo el presentimiento (que es en mí como una certeza) de que eras TÚ la joven de "El Jardín".
He acabado de leer "Soldados de Salamina", que habla del poder de una visión fugaz, que puede acompañarnos de por vida.
Corolario: el niño de la foto... pudiera haberse dado el caso de que llevase los genes de Apollinaire. Claro que ya no sería el mismo: Ni tú. Ni yo.
Besos, Madelaine.
PD.- Si no te hacen gracia mis cuentos házmelo saber por el cuervito camuflado.
Adoro tus cuentos, Apollinaire querido; no dejes de contármelos. Bien pudieras ser tú aquel joven entre atrevido y melancólico que me obligó a levantar la vista del libro, y que desapareció entre risas y empujones poco después en el interior de "El jardín". Se hacía tarde, y tuve que volver a casa sin aguardar su improbable regreso. También pudiera ser que fueras tú quien una tarde, en Somió Park, me sacó a bailar el día de mi 17 cumpleaños, cuando en el tocadiscos sonaba "I stated a joke", de los Bee Gees, tú empecinado en que te mirara, yo escondiendo avergonzada la cara en la solapa de tu chaqueta. Fue entonces cuando tu mano alzó mi barbilla y me besó dulcemente en los labios, mi primer beso, y yo sentí que el mundo giraba a mi alrededor y perdía pie, y si no llega a ser porque me tenías fuertemente asida me caigo redonda. Luego, en el espejo del ascensor de mi casa, espié mis labios por si los tuyos habían dejado impresa su huella y me delataba ante la mirada escrutadora de mi madre. ¿Eras tú, Apollinaire?
EliminarNo lo sé, Madelaine, no lo sé. Yo por aquella era muy de besar, ¿sabes?
EliminarEstamos en otoño y caen las hojas. Y yo te mando una estrofa de "Les feuilles mortes", mi sol:
C'est une chanson qui nous ressemble
Toi, tu m'aimais et je t'aimais
Et nous vivions tous deux ensemble
Toi qui m'aimais, moi qui t'aimais
Mais la vie sépare ceux qui s'aiment
Tout doucement, sans faire de bruit
Et la mer efface sur le sable
Les pas des amants désunis.
Hum, Las hojas muertas, me encanta. Estará precioso el Botánico estos días, verdad? Un beso, Apollinaire
EliminarMi botánico particular está precioso, Mad. Una noche de estas veía con bastante nitidez el cielo estrellado. Y la Vía Láctea. Me extasiaba en esta contemplación al apurar una copa con uno de los vinos que traje de Jerez: ver las estrellas mientras se degusta un caldo de calidad es placer de dioses. Horas después asomó la luna rezagada, cuyo nimbo tiñó de una tonalidad de de madreperla el cielo circundante. Y por un momento sentí que era afortunado..., pese a los cuchillos emboscados en la fronda: mañana me enfrento a un desafío. La biología es caprichosa y gusta de vernos preocupados. Veremos.
EliminarBesos, mi sol.
¿Cuchillos emboscados en la sombra? No lo permitiré, Apollinaire. Nada malo ha de acecharte, por Tutatis. Así que iré con mis huestes a desarmar a esos desalmados. Mantenme informada, por favor. Y no dejes de contemplar las estrellas. En unos días, sí los hados son benevolentes y nos regalan cielos, despejados, veremos las mismas. Un beso, quierido
EliminarSaludable y envidiable reunión, y no menos la lección identitaria que algunos libros nos ofrecen.
ResponderEliminarMomentos únicos que trato de atesorar, Paco. Un fuerte abrazo
EliminarYa se van soltando, querida Sol, disfrutalo antes de que decida echar a volar sin esperarte. Seguro que si es listo ya sabe la suerte de tener una abuela como tu. Un beso.
ResponderEliminarSí, se va soltando, y presencio el proceso con orgullo y perplejidad. Mi niño va desapareciendo, pero me gusta mucho el joven en el que va transformándose. Estoy loca por él, David. Un beso grande, amigo mío
EliminarTodo en orden, Sol: hay hombre.
ResponderEliminarGracias por preocuparte por mí; no lo merezco.
Besos.
Estaba segura. Y ¿qué tontería es esa de que no lo mereces? Un potosí, mereces tú. Y un montón de besos
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