Tanto la soprano Ailyn Pérez, como el tenor Aquiles Machado y el barítono Gabriele Viviani, en los tres papeles principales, estuvieron espléndidos. Hubo momentos en que sentí un nudo en la garganta, en particular cuando Ailyn/Violeta cantaba en un susurro su dolor. Bellísima la voz de la soprano, dulce y cálida. Me gustó mucho la escenografía de Antonio López, el vestuario de Gabriela Salaverri (la acción parecía desarrollarse en la España de los años 50, Violeta caracterizada como Hilda), la dirección musical de Carlo Montanaro y el trabajo de la Orquesta Oviedo Filarmonía y el Coro de la Öpera de Oviedo.
Después de la función tuve la oportunidad de compartir una copa de vino y un rato de conversación con los cantantes. Volver al Campoamor tiene para mí connotaciones familiares muy queridas, y lo disfruté enormemente. En la prensa asturiana se publicó la foto con la que cierro, y ahí me podéis encontrar, en primera fila. Aquí la guardaré de recuerdo.
Os ofrezco La Traviata completa, con Anna Netrebko y Rolando Villazón, representada en 2005 en el Festival de Salzburgo. Palabras mayores.
Pasaba por la acera de tu casa cuando escuché nítidamente las palabras ópera y Oviedo que me hicieron entrar en resonancia de inmediato con lo que dentro se podía estar hablando. Sin más, llegué hasta la sala principal donde contabas tu asistencia a La Traviata de Oviedo de hace unos días.
ResponderEliminarMientras te escuchaba en silencio, mi mente volaba a otras Traviatas en Oviedo que son inolvidables para mí como la del 80 con escena de Julio, a quien tanto recuerdo, y Emilio o aquellas en las que tuve el privilegio de ser feliz con Magdalena Bonifacio, Jaime Aragall, Manuel Ausensi o José Carreras (antes de su enfermedad), entre otros.
Decir ópera y decir Oviedo es hablar de la segunda temporada en continuidad de España, tras la del Liceo, y la tercera en importancia tras el citado Liceo y el Real. Y decir ópera para mí es decir pasión al límite, esfuerzo, sacrificio, estudio, disciplina y placer sumo al ver y escuchar interpretaciones sublimes como las que nos han deparado la gran mayoría de los mejores cantantes del siglo XX que es casi como decir de la Historia del bel canto.
El Campoamor, como para ti, también ocupa en mi vida un lugar señero puesto que en él viví momentos de inmensa felicidad siempre de la mano de mi padre que me infundió su amor desmedido a la gran música.
Podría seguir y seguir contando docenas de anécdotas de la ópera en Oviedo y otros lugares pero me temo que aburriría al respetable por lo que me las callo hasta que ofrezcas otra entrada similar a esta.
Entretanto, addio (no del passato) e mila baci, mi carina.
Nota: Los italianos no tragan ni cruda ni cocida a Anna Neberbko a pesar de su hermosa voz y su belleza. La verdad es que yo, reconociendo que canta estupendamente, no la situaría en el parnaso de las divinas.
Epílogo: qué curioso se me hace verte casi al lado de una de mis cuñadas y su hijo, uno de mis ahijados e, igualmente, me resulta novedoso ver que cuelgas una foto en la que apareces tu, aunque sea de perfil solo identificable por quienes te conocemos.
Por que eres un rancio, cielo. La Netrebko es un portento. Y yo creo que en alguna otra ocasión si he colgado una foto mía en Mi casa, creo recordar una con Ángel González delante del pozo María Luisa. No te suena? Muchos besos guapo.
ResponderEliminar¿Ves?, la ópera es apasionada hasta en los gustos de cada cual. Sí, me gusta mucho Anna Netrebko pero digo que, para mi gusto, no la puedo enrasar con divinas como Renata Tebaldi, Maria Callas, Montserrat Caballé, Joan Sutherland o Victoria de los Ángeles. Es sólo una cuestión de preferencias personales nunca de afirmaciones rotundas.
ResponderEliminarNo vi la foto que comentas con Ángel González, la buscaré por tu archivo porque me gustará conocerla.
Muchos besos, corazona.
Busca "Ängel González. Casi invierno". La acabo de ver. Besos cielo
Eliminar