"La creencia religiosa da por sentado que Dios inserta un
alma en el útero de la mujer en el instante mismo de la concepción. Entre los
millones de espermatozoides que luchan por conquistar un óvulo femenino solo
uno alcanza la victoria. El resto se va por el sumidero, sin que ningún teólogo
se escandalice por semejante desperdicio. Se supone que el creador del universo
está pendiente de cada una de esas feroces escaladas que se producen a través
de infinitas vaginas a lo ancho de este mundo e incluso, tal vez, en millones
de planetas habitados de otras infinitas galaxias. En cuanto se realiza la
fusión del gameto masculino con el gameto femenino el creador corona esa nueva
célula, llamada cigoto, con un alma, pero, al parecer, deja de interesarse por
el destino que a esta le espera el día de mañana. Ese cigoto con el tiempo
podrá desarrollarse en forma de asesino, de santo, de banquero o de mendigo.
Los creyentes más obsesos, que se oponen radicalmente al aborto, no piensan en
la biología sino en la teología, aunque para enmascarar su fanatismo religioso
sustituyen la palabra alma por la palabra vida. El cigoto tiene derecho a la
vida, puesto que Dios le ha inoculado un alma. Solo queda por saber qué sucede
con ella cuando se produce un aborto espontáneo. Puede que vuelva al almario
común y el creador la aplique a otra pareja que acaba de celebrar un coito
triunfal, y el alma que en la primera entrega iba para notario, en la segunda
se quede en un simple chapista. En realidad toda esta locura teológica sirve de
pretexto hipócrita para reducir a las mujeres al papel de meras incubadoras y
negarles el derecho a disponer de su cuerpo durante los primeros meses de
embarazo. Como en tiempos del franquismo más siniestro algunas señoras
enjoyadas, que gritan detrás de una pancarta contra el aborto, acompañarán a
sus hijas adolescentes a un país civilizado para solucionarles el problema,
pero otras infelices se verán obligadas, como entonces, a subir por una
escalera costrosa hasta un cuchitril clandestino donde les espera una vieja con
una aguja saquera y una palangana abollada, gracias a unos políticos de la
derecha más reaccionaria, abducidos por unos clérigos inmisericordes que nos
están devolviendo a patadas a la España más negra."
Manuel Vicent, diario El País, 29 de diciembre de 2013
Además de hipócritas inconsecuentes: no legitiman el aborto en caso de malformaciones (aunque se trate de alumbrar a un monstruo), pero SÍ en caso de violación(!!!). O sea: se obliga a que nazca (mejor se diría "permitir que se forme") un ser aberrante que va a ser desgraciado -y con él su familia- desde el mismo instante que nace..., pero se autoriza el "asesinato" de un ser humano (según ellos) perfectamente viable y constituido, inocente de los crímenes de su padre y con altas probabilidades de llegar a ser una persona perfectamente normal... Además de malvados son estúpidos.
ResponderEliminarLos veía ayer en la tele, orondos y travestidos, incensar el aire pestilente de esta España insoportable. Cada día me avergüenzo más de pertenecer a una colectividad tan permisiva y tan abúlica, que se deja arrebatar por impostores todo aquello que le separa de la animalidad. Si ante tanto atropello de la razón; si ante el resugimiento brioso del franquismo (que nunca se había ido, sino que, como los tritones de las charcas de mi tierra, hibernaba enterrados en el lodo, a la espera de tiempos más propicios); si apenas hay respuesta proporcionada a la maldad vesánica de tantos..., no habrá remedio que nos saque de la pocilga. Desengáñense los que esperan remedios milagrosos, encendidos súbitos del cacumen; iluminaciones que nos caigan de las alturas; dignidad infusa sobrevenida de sabe dios dónde... Si todo ello queda impune, sin que multitudes indignadas se levanten de su postración inaudita..., mereceremos la miseria que vivimos.
No puede ser mas claro. Un beso.
ResponderEliminarLa España negra, a ella estamos volviendo dócilmente. Es lo que hay.
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