Los historiadores del arte coinciden en señalar la enorme influencia que desempeñó en el desarrollo del arte moderno occidental. Aunque fue París el epicentro de esa influencia, la celebración en Barcelona de la Exposición Universal de 1888 propició que se estrecharan lazos comerciales e intercambios culturales entre Japón y España. Algunos coleccionistas particulares (Joaquín Sorolla entre ellos) conservaron valiosas piezas que hoy podemos disfrutar en la exposición, como la fotografía con la que abro el comentario, Mujer entre la lluvia, realizada en 1870 y perteneciente a Hermenegildo Miralles.
A la izquierda podéis ver el Biombo de los portugueses, del siglo XVII, y a la derecha otra pieza bellísima que pertenece a la colección particular de otro catalán, Albert Sisquella, Lluvia repentina en el gran puente de Atake, de la serie Cien vistas hermosas de Edo, fechadas en 1857.
Una de las obras que más me impresionaron fue la acuarela sobre papel que os muestro a la izquierda, Retrato del príncipe Tokuga Wa Aritake, firmado por James Tissot en 1868, una pintura de una delicadeza extraordinaria. A la derecha, una muestra de la influencia del arte japonés entre nosotros es este Retrato de Enric Cristofol Ricart, pintado por Joan Miró en 1917. La exposición abunda en plasmar esta influencia en artistas tan diferentes como Picasso, Dalí, Anglada Camarasa, Mariano Fortuny (a quien pertenece el óleo que os muestro abajo a la derecha, y verdadero introductor del japonesismo entre los pintores españoles), Alexandra de Riquer o Joaquín Mir. La presencia de la naturaleza, las perspectivas diagonales, la combinación de primeros planos con planos de fondo, la inclusión de textos, los formatos alargados, son algunas de sus influencias más notables.
Una interesante muestra que os aconsejo no dejéis pasar.
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