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lunes, 13 de mayo de 2013

Adiós a los cines de Fuencarral

Adoro Chamberí, uno de los barrios con más encanto de Madrid. Un barrio que aún conserva el pequeño comercio; un mercado de los de siempre, no de esos recauchutados mercados-boutiques ahora tan de moda; un barrio un poco cochambroso, no excesivamente limpio, con establecimientos "de toda la vida", plácido y popular. Por estas y por muchas más razones me instalé aquí cuando abandoné Asturias con el "corazón partío", desolada por dejar mi tierra e ilusionada por regresar a mi ciudad. Y una de las razones de mayor peso fue que Chamberí era el barrio de Madrid con más cines por metro cuadrado.












Durante mis últimos años en Oviedo había presenciado como iban cerrando todos los cines de la ciudad, trasladándose a los centros comerciales del extrarradio. Creo que en el centro solo ha quedado un superviviente. El cine Fruela, el Real Cinema, el Ayala, el Principado, los cines Clarín, los Brooklyn, los minicines de Salesas, todos desaparecidos. Y acostumbrada a ir al cine caminando, a decidir ver una película en el último minuto y llegar a tiempo de comprar la entrada, la idea de tener que coger el coche o un autobús para llegar a las afueras, ascender por varias escaleras mecánicas, y hacer cola me echó para atrás en más de una ocasión.











Así que disfrutaba de los cines de mi barrio como una lagartija al sol. Hasta hoy. Ayer fui a despedirme del Paz viendo la última película de Isabel Croixet, Ayer no termina nunca, de la que os hablaré en otro momento. Fui a la sesión de las siete. Éramos cuatro personas en la sala. Me costó la entrada 8,50 euros. Hace unos días pagué 20 por ver Juicio a una zorra en el Teatro La Abadía. No fue fácil conseguir una entrada. Era un reestreno, y el aforo estaba completo. ¿Qué ocurre con el cine, a parte de la salvajada de grabar las entradas con el 21%? Me resulta inexplicable.












Han cerrado los Renoir; en la calle Fuencarral sobrevivirá, de momento, el Proyecciones. Creo que no somos consciente de las consecuencias de esta pérdida, de lo que empobrecerá nuestra vida. No concibo la mía sin el cine, como no puedo imaginármela sin libros o sin música. Y he recordado los cines de mi infancia, también muertos. El Montija, al que iba con mis hermanas a ver las películas de Maciste, y pagábamos un duro por dos películas (cuando subió a ocho pesetas nos pareció escandaloso); el Lido, el Metropolitano, el Cristal, el Tetuán. Bravo Murillo, muy cerca de la casa de mi infancia, era la Meca del Cine de la época. Gran Vía y sus salas de estreno, solo para ocasiones especiales. No me gusta hacia donde vamos. Me repito, pero no me importa. No me gusta nada.

20 comentarios:

  1. Te Has dejado el cine Europa, implantado en un edificio modernista fabuloso, parecido al de tu fotografía en B/n. Hoy "Saneamientos Pereda", antaño el cine de las "pilinguis" de la valla de la Basílica.

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    1. Es verdad, había olvidado el Europa. Un edificio precioso. Gracias por el recordatorio. un beso

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  2. Se me olvidaban; el Carolina junto al Lido y el Condal que ocupó la galería que antes había sido "el tija"(Montija),que por dos cincuenta era sesión contínua 2 pelis seguidas tres veces, por si llegabas tarde(se entraba en medio de la peli con el acomodador alinternado) o por si querias pasar toda la tarde, o ir a por chavalas, o ...

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    1. No recuerdo el Condal, no sería el Condado? Mi memoria está en huelga. Un beso, cielo

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  3. En la sesión del sábado noche no éramos más que dos personas. Un minuto antes de apagarse las luces esperaba casi con ansia que entrara algún espectador rezagado que desbaratase el penoso récord que estábamos a punto de batir: era la primera vez que veíamos una peli en soledad compartida. Pero nada.
    Era una película discreta, del genero empresa de poco escrúpulo que quiere comprar, sea como sea, las tierras que necesita para hacer un peligroso negocio industrial. Pasable.
    Hablábamos y reíamos en voz alta, sabedores de nuestra impunidad. Lo mejor cuando le pasé el brazo por los hombros y la atraje hacia mí y la besé repetidamente: "¿Te acuerdas de los cariños que nos hacíamos de novios? Nos habremos perdido seguramente algunas películas memorables por falta de atención, ¿eh?". Risas y otro beso.
    Y vino el The end.
    Cuando nos levantamos para salir, miré hacia atrás y vi que, en la última fila, procedía a abotonarse el impermeable una mujer mayor diminuta, que con cierta sonrisilla nos lanzaba furtivas miradas de complicidad.
    Mereció la pena el cine del sábado noche. Desgraciadamente, creo que el local (uno de esos multicines sobrevivientes de la eclosión de los ochenta) tiene los meses contados.
    Salimos a la calle: lloviznaba.
    Nuestro afecto parece que resiste bien, en medio de la borrasca que está arrancando tantos tejados.
    Pero los cines siguen cerrando. Qué pena.

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    1. Qué precioso relato! Cuánto te agradezco que nos lo hayas ofrecido. Espero contar con más, estás en tu casa. Un abrazo

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    2. ¿Te ha gustado, Sol, más que la rapsodia portuguesa que te canté?
      No siempre soy tan efusivo, con frecuencia raspo a los cercanos. Pero uno siente que debe compensar a los que nos aman y nos tienen que sufrir. Y un gesto tierno, de quien no se prodiga en esa suerte, tiene una cualidad salutífera tal que estoy por decir que regala más a quien lo da que a quien lo recibe. Es bueno acariciar, y dejarse embargar por sentimientos dulces y agradecidos...
      Un beso, Sol.

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    3. Así que eras tú? Debí imaginarlo. Tienes tantas firmas que me haces un lío.
      Pues no rasques, querido. Siempre nos terminamos arrepintiendo de los besos que no dimos, de los "te quiero" que no confesamos, así que adelante. Yo te mando muchos

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    4. Federico (muy poco abrasivo pero abrazador)14 de mayo de 2013, 21:58

      ¿Cómo que tengo tantos motes que la lío, Benvenuta? Usted me hace luz de gas, señora, me sobrecoge, porque este bardo pensaba que sus trastadas y crueldades varias estaban fuera del campo de sus ojos (bellos por cierto, porque, ya que usted me suplica encarecidamente que no raspe, que sea tierno y amable con el prójimo, pues que me suelto la melena y le confieso que he dado rosca hasta que el zoom me ha brindado un primer plano suyo que me legitima para decir lo que acabo de decir: bellos). Dicho queda; prometo que va a ser la única vez que me permita semejantes arrebatos.
      Por lo demás, bien.

      Salute, cara.

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    5. ¿Y cómo es eso de que le hago luz de gas, señor mío, y que no va a sufrir más arrebatos, cuando ser arrebatado es lo más apasionante que cabe bajo este cielo hispano? No me decepcione, caballero, que muy encantada estaba yo con sus arrebatados comentarios. Qué duerma bien y sueñe con lo que le plazca. Más besos

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    6. Federico (mosqueado)14 de mayo de 2013, 22:30

      ¿Sabe, Benvenuta?; soy hipersensible -depende de con qué- y a su deseo de que me vaya a dormir y que sueñe le hallo un aroma de ironía, como si me dijera que fuese a dormir la mona o que cortase el rollo patatero.
      Pero lo cierto es que me sigue oliendo a gas, porque ese desplante suyo se compadece mal con su otra persuasiva indicación para que siga (?) siendo audaz, fané y arrebatado.
      Misterios tiene el alma femenina que yo nunca abarcaré.
      Si me lo acepta, un besín.

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    7. Jajajaja, don Federico, sois asaz suspicaz, nada más lejos de mi intención que enviaros a la cama para librarme de vuestros arrebatos, tan gratos a mis ojos. Así que, si preferís, velad y regaladme vuestros comentarios. Quedo siempre suya
      Sobonisba

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  4. Tienes razón, Sol, la industria del cine en España está a punto de irse a pique. Yo también tenía en Oviedo 11 salas de cine a menos de 4 minutos andando desde mi casa. Ahora, según la sesión, puedo tardar 20 o 25 minutos en coche en llegar al centro comercial de turno y cantidad de días me da una pereza tremenda. Pero una vez, eso sí, en las magníficas salas comparto la peli (a 4,5 euros como jubileta) con no más de 20 personas. Se entiende perfectamente que eso no hay empresario que lo soporte. Besinos desde el acantilado con un sol radiante.

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    1. Compartimos los mismos recuerdos, José. Cuando se cierra un cine desaparece mucho más que una sala de proyecciones, verdad?
      Tristes tiempos estos. Un beso, cielo.

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  5. Te estaba quedando una entrada tristisima, Sol. Yo tambien he tenido epocas de estar mas horas en una butaca de cine que en la calle. De dejar a mis amigos plantados para irme a ver una peli en sesión de madrugada. Clases perdidas ni te cuento. Pero me has sacado una sonrisa cuando has nombrado las peliculas de Maciste en sesión doble. ¡Como nos asombrabamos por todo, entonces!. Ya somos historia, amiga. Tus nietos apenas sabran de que les hablas. Un beso.

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    1. Somos historia, querido, que le vamos a hacer. Yo ahora disfruto horrores viviendo como mi nieto va construyendo la suya, los que serán sus recuerdos y sus añoranzas. Por eso, entre muchas más cosas, intento llenarlo de amor y rodearlo de toda la belleza que encuentro. Un beso enorme

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    2. Un nieto muy afortunado el tuyo. Con los años sabra aprender a apreciar esa suerte. ;)

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    3. Es el hombre de mi vida. Jajajaja. Estoy loca por él.

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  6. Los cines...En el barrio donde viví tantos años, no precisamente en la capital, casi de pueblo, había cinco cines en un radio de pocas calles. Uno era para chicos con películas de aventuras en horas tempranas y de romances o de guerra a la noche para adultos. Los otros cuatro daban los estrenos en simultáneo con la Capital. Desaparecieron casi al mismo tiempo, junto con las salas importantes del centro de Buenos Aires. En cada uno de esos magníficos lugares habilitaron tres o cuatro salas pequeñas como cajones. Alguno que otro quedó como sala para teatro y otros,como Iglesias del "7mo.día". o "Jesús está contigo",o "Aquí vive Dios", inversiones de capitales de EEUU,, pastores, sectas y no sé exactamente qué más...
    Todo esto, progresivamente con la llegada de la TV, luego Cable. En
    fin, el cine en tu casa, con películas repetidas al cansancio y nada novedoso. Pocas salas grandes quedan en el centro de la Capital para disfrutar cine Arte del mundo o cine europeo exlusivamente o alguna película premiada recientemente.
    En aquellos de mi barrio hoy hay Estacionamientos, Autoservicios, Supermercados.
    Y ya no vuelven. Ya no veré las maravillosas salas, platea y pullman a pleno y esas largas filas para entrar; cómodas butacas, sonido e imagen excelentes.Y los días miércoles eran Días de Damas y uno pagaba la entrada a mitad de precio para ver joyas del cine mundial. Terminado el almuerzo, caminaba unas pocas cuadras y me sentaba para perderme, por unas horas, en ese mundo maravilloso de las tantas historias que aparecían en pantalla.
    Me ha entrado la nostalgia luego de leerte. Amo el cine.
    Besos, querida Sol.
    Celia

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    1. Ves? También tu relato está lleno de momentos mágicos y de recuerdos preciosos. Lo hemos perdido, pero que maravilla haberlo conocido. Tenemos que quedarnos con eso, querida Celia. Y disfrutar de todo lo hermoso que nos rodea antes de que desaparezca. Así que, miremos para delante. Sí? Un beso enorme, y todo mi cariño

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