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jueves, 16 de mayo de 2013

Luis Pérez Órtiz ilustra la primavera


Primavera en las calles de Madrid. LPO (Luis Pérez Ortiz), siempre con su cuaderno a cuestas (que envidia malsana me producen estos magos del lápiz, capaces de ir plasmando lo que ven con la aparente facilidad con que yo pulso el clic de mi cámara de fotos, pero con incomparable talento). Completa su galería de tipos con una frescura y espontaneidad que me fascina.














Atrás quedó el invierno.











Aunque hace un mes todavía estábamos así:


Merece la pena visitar su página: http://www.luisperezortiz.com/

4 comentarios:

  1. F. (en el cumple de su titi).16 de mayo de 2013, 9:37

    "Le quiero más que a mis hijos." Supe que lo habías dicho a una amiga indiscreta. Más que a los hijos... Terrible sacrilegio de una madre desnaturalizada, dirán algunos, quizá muchos.
    Y yo te lo perdono de corazón, compañera. Y te doy las gracias.
    Todavía hoy, después del café de la mañana, supiste de la mar encrespada y de lo duro que es estar en el puente, al lado del timonel, cuando arrecia la galerna. Y a fe mía que el timonel no escatima imprecaciones.
    Y ya son tantas las singladuras...
    Recuerdo un ciclón que nos tronchó la arboladura y a duras penas conseguimos apuntalar el palo de mesana. Con él y los foques capeamos la mar arbolada, hasta que el viento se encalmó y llegamos a puerto, ya la noche entrada.
    Otra vez encallamos en unos bajos traicioneros, en el delta de una tierra feraz de promisión. Hubimos de arrojar lastre al mar y el barco, liberado, volvió a surcar el estuario, aguas arriba. Pero nunca pisamos la tierra prometida.
    Y cuando un bergantín corsario nos embistió por estribor y nos abrió una brecha en la amura y a punto estuvimos de naufragar... Pero los brazos animosos de la tripulación accionaron las bombas de achique y los carpinteros y calafates lograron taponar la herida. Y el barco resistió.
    Hoy es un velero de estampa airosa y porte marinero. El tiempo ha igualado el color de las cuadernas y las velas remendadas le dan la nobleza de los que resisten la adversidad con coraje.
    Y es un hermoso barco el nuestro, os lo aseguro.

    Hoy cumple años mi compañera de puente, cubierta y camarote.
    Escribo desde una ensenada de las Indias Occidentales, el ancla echada. Ahora que dan las cinco y media de la tarde en el reloj del castillo de popa, ella estará a punto de acostarse.
    Buenas noches, amor.

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    1. Qué preciosa declaración de amor, Federico! Y reconozco mi envidia malsana a la destinataria. Un precioso regalo de cumpleaños. Felicítala también de mi parte. Y, para ti, muchos besos

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  2. Gracias a ti, Sol; estoy seguro de que, como en la canción de Cecilia, alguien te ha de enviar (al blog) versos anónimos y ramitos de violetas cibernéticas. Y nunca vas a saber quien es el rendido admirador. Puede que en ello radique el encanto.
    En mi caso, no llego al masoquismo del sufrido marido que le endosa a un fingido e inexistente enamorado los encendidos versos, las cartas inflamadas de amor, los ramilletes de flores silvestres... A tal abnegación no llego pero..., pero esta carta mía no va a leerla ella; es algo para disfrute íntimo mío (y de quien esto lea, porque el anonimato permite estas cosas sin caer en lo indecoroso). Pero habré de hallar la manera de compensarla por semejante privación.
    Es primavera y será por ello que, encendida la pituitaria, movidos por el esplendor en la hierba, nos tornamos más sensibles y nos conmovemos ante el prodigio cíclico de la Naturaleza.
    Carpe diem, Sol.
    Besos.

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    1. Una lástima que no se entere, estoy segura de que le encantaría. Sé feliz. Un beso también para ti.

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