La primera entrada dedicada al fotógrafo norteamericano estaba protagonizada por imágenes tomadas a su mujer, Edith, cuya figura monopoliza gran parte de la exposición. Pero, aunque Gowin eligió su entorno más inmediato como leit motiv fundamental de su trabajo, el paisaje también ocupa un lugar preferente, y a él quiero dedicar este comentario.
Me impactaron extraordinariamente sus paisajes aéreos. Gowin fotografía tierras de secano, de regadío, cauces de río, cordilleras y planicies, instalaciones mineras y trincheras. Zonas devastadas por ensayos nucleares. Ciudades fantasma. Y todas ellas, hermosísimas, te dejan una sensación enorme de desolación y muerte. También me fascinaron sus imágenes de Italia y Turquía. A la derecha, la ciudad italiana de Matera.
"Hay un silencio profundo que silva en el oído, una tranquilidad intensa, como si la luz o algo inaudito estuvieran respirando. Aguanto la respiración para asegurarme de que no soy yo; debe ser la tierra misma, que respira". Mi querida Petra en la cámara de Gawin. Las fotografías están fechadas en 1983 y 1985. Mi primer viaje a este lugar mágico fue en el mes de mayo de 1983, y me emociona reconocer en sus fotos la Petra que yo viví entonces, desnuda, perdida en el interior del Siq, tan diferente a la actual. El Tesoro, El palacio y las tumbas corintias. Una belleza.
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