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lunes, 23 de septiembre de 2013

Fernando Pessoa, "Libro del desasosiego"

"Antes de que cese el estío y llegue el otoño, en el cálido intervalo en que el aire pesa y los colores se ablandan, las tardes suelen llevar un traje sensible de gloria falsa. Son comparables a esos artificios de la imaginación en que las añoranzas lo son de nada, y se prolongan indefinidas como estelas de navíos que forman la misma serpiente sucesiva.
En estas tardes me llena, como un mar en plena marea, un sentimiento peor que el tedio peor que el tedio pero al que no le cuadra otro nombre que el de tedio-, un sentimiento de desolación sin lugar, de naufragio de toda el alma. Siento que he perdido un Dios complaciente, que la Substancia de todo ha muerto. Y el universo sensible es para mí un cadáver al que amé cuando era vida; más todo él se ha vuelto nada en la luz todavía caliente de las últimas nubes iluminadas.
(...)
No sé lo que quiero o lo que no quiero. He dejado de saber querer, de saber cómo se quiere, de saber las emociones o los pensamientos con los que ordinariamente se conoce que estamos queriendo, o queriendo querer. No sé quién soy o lo que soy. Como alguien soterrado bajo un muro que se desmoronase, yazgo bajo la vacuidad tumbada del universo entero. Y así voy, por el rastro de mí mismo, hasta que la noche entre y un poco del halago de ser diferente ondulo, como una brisa, por el comienzo de mi impaciencia de mí."


Vuelvo a menudo al Libro del desasosiego, durante mucho tiempo mi libro de cabecera, cuando la extrañeza de Pessoa era la mía, tan extranjera del mundo como él. Siguen resonando en mí sus palabras, como entonces.

4 comentarios:

  1. Ahí está, en mi mesa de noche permanentemente, incluso una versión en portugués. Para mí es como mi primera casa, viviendo con extrañeza en esta en la que vivo ahora. :-P

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  2. Eres como este poema de Rilke al que melancólico vuelvo cada otoño

    DIA DE OTOÑO
    Señor, es tiempo. Enorme fue el verano.
    Pon ya sobre el reloj de sol tu sombra
    y deja suelto el viento en las llanuras.
    Manda a los frutos últimos henchirse,
    dales dos días más de sur caliente,
    a plenitud empújales, y mete
    el último dulzor en vino recio.
    El que hoy sin casa está, ya no la funda.
    El que está solo, mucho habrá de estarlo;
    velará, leerá, escribirá cartas,
    y por las alamedas irá, inquieto,
    mientras las hojas van a la deriva.

    Rainer Maria Rilke

    (Traducción de José María Valverde)

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    Respuestas
    1. Hermoso poema, José. Comienza el otoño. Un fuerte abrazo

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