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jueves, 26 de diciembre de 2013

Barbara, "Dis, quand reviendras-tu? "

4 comentarios:

  1. Cierto: el tiempo perdido ya no se va a recuperar jamás. Es tan corta la vida que a veces le entra a uno cierta angustia. Pasa a tal velocidad que nunca es la misma persona la que se asoma al mismo espejo: si se tiene paciencia y mirada de iguana hasta se puede detectar en una sesión cómo se forma una arruga. No es un truco de cámara rápida, como cuando vemos brotar un tallo verde de una alubia recién plantada en tierra. Pruebe el que quiera sin que le acometa una lipotimia. Y uno se va haciendo feo, la cara se le descuelga y la piel que pende sobre los párpados va achicando el campo visual. Creo que el ideal griego, aquel que sostenía que morir joven era un bien, tiene su aquel... Total qué más da; que más da morirse a los cuarenta que a los noventa: apenas unos instantes más; además, los peores: el tiempo de la basura. Claro que está el asunto de la lucidez mental, aquello de que los intelectuales dan sus mejores frutos en la madurez, incluso en la vejez... Ya, pero uno preferiría conservar la frescura del cuerpo y la mirada brillante de los veinte abriles, antes que el cerebro torturado y creador (?) de un cuestabajo. Y que no me vengan con que la belleza es pasajera, que lo que importa es el talento, el intelecto, la sabiduría... Prefiero la belleza de Alejandro a la cabeza de Solón. Además, Alejandro tampoco era tonto. Y se murió joven, ya se sabe. Cada vez siento mayor aprensión a pasear al borde de los acantilados; es demasiado tentador... Y si has tenido un disgusto. O si has disfrutado tanto que aborreces regresar a la tediosa rutina. Bah!, me lío y no alcanzo a expresar con claridad lo que pienso. Pero sí; hay días que me pregunto qué hago yo aquí. No deja de ser reconfortante saber que tengo en el bolsillo el interruptor, que es como una de esas llaves electrónicas que abren y cierran puertas.
    Me parece que por ahora no me tiro.
    Y esta es mi a modo de Chistmas navideño para quien esto lea.

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    1. Ah mi querido Apollinaire, mi adorado Werther, qué nostalgias de pasados esplendores e intensidades te nubla la razón, o te la ilumina, quién lo sabe. Yo, que ante todo soy tierra, y quiero pensar que en comunión con la naturaleza vivo y muero, me dejo mecer por el tiempo con la misma naturalidad que lo hacen las hojas de los árboles o los jilgueros, disfruto del sol y de la lluvia, del hambre y del sueño sin revelarme, porque todo es inútil y es hermoso que así sea, un sinsentido que nos arrastra dulce o furiosamente río abajo, y es tan inútil oponer resistencia como preguntarse el por qué. Gocemos, apuremos la vida, sin más. Con amor

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  2. Interesantes reflexiones de mis dos filosofos de cabecera. Como Werther pienso que mejor cerrar a los cuarenta que a los noventa, pero como bien dice él, teniendo el interruptor en el bolsillo mejor esperar un poco mas a ver que pasa. La curiosidad me puede. Y mientras lo que tenga que pasar, pasa, me dejo arrastrar río abajo de la manera mas placentera posible y en esto coincido con nuestra común amiga Sol. Paz para ambos.

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    1. Escribe Bernhard en "Un niño": "La palabra suicidio era una de sus palabras naturales, la conozco desde mi más tierna infancia, sobre todo en labios de mi abuelo. Tengo experiencia en la utilización de esa palabra. No había conversación, no había enseñanza por su parte a la que no siguiera inevitablemente la afirmación de que el bien más precioso del hombre era sustraerse al mundo por su libre decisión mediante el suicidio, matarse cuando uno quisiera. Él mismo había especulado con ese pensamiento durante toda su vida, era la especulación a la que con más pasión se dedicaba, y yo la he asumido. En cualquier momento, siempre que queramos, cedía él, podemos suicidarnos, en lo posible de la forma más estética, decía." Ahí lo tienes. Hasta cuando decidamos: eso da tranquilidad. Besos, David

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