El Dobra. Asturias

El Dobra es un río de aguas transparentes, encajonado entre montes boscosos, en el oriente de Asturias. En el pueblo de Tornin se une al Sella. Paseo por un camino a la orilla del río. A veces desaparece tras los árboles, pero está ahí, escuchas el rumor del agua saltando las rocas y los cantos del lecho, jugando. Se estrecha y corre rápido, batiendo, zigzagueando. Luego se remansa. El agua es tan clara que ves pasar las truchas, si te sientas en la orilla y dejas que el tiempo pase, sólo mirar el río, escucharlo. El sol juega con los árboles de la orilla. Un poco más allá, en el bosque, hace brillar las copas, cien tonos de verde, agujas de luz entrando en picado iluminando unos helechos, un bardial, hortigas, moreras, matorrales.

Un precioso puente de piedra sobre el río, el puente Dobra, o Puente Vieyu, de origen medieval, sorprende con su gracilidad. Este puente marca el inicio de una de las más hermosas rutas medievales asturianas, la senda del Arcediano, que atraviesa el valle de Amieva.



El camino se cierra formando una bóveda de ramas y hojas, un pasadizo de verdor. Grandes castaños, robles, hayas, y salteados, avellanos, manzanos, ciruelos. De vez en cuando un pequeño sendero se abre entre los árboles, una portilla de madera, hecha con toncos casi sin devastar, un pequeño prado con alguna vaca. Y, salpicadas, cuadras de piedra, hermosas construcciones semiabandonadas. El río se acerca y se aleja, pero nos acompaña su rumor.

Ante la Olla de San Vicente se abre la vegetación en una pequeña senda, hasta la orilla. Unas rocas y el ensanche del río, aquí más profundo. El agua está helada, pero hace calor, una tentación desnudarse y nadar aquí, en el fin del mundo, sóla.

Silencio. Sólo el batir del agua, los susurros del viento al atravesar el bosque, el zumbido de los insectos, el lejano ladrido de un perro, y otro contestándole. Y el olor, este olor de mi tierra.