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viernes, 2 de julio de 2010

Agradecimiento a Hermann Hesse en su aniversario


Si alguien me preguntara quién es el escritor que mayor influencia ha ejercido sobre mí diría, sin dudar, que Hermann Hesse. Tres libros: Demian, El lobo estepario, Siddhartha. En un segundo plano: Entre las ruedas, Juego de abalorios, Narciso y Goldmundo. Obras que fueron fundamentales para conformar mi identidad, como la de tantos jóvenes de mi generación.

A él se debe este texto que aprendí de memoria en su día y me ha acompañado toda la vida:

No soy un hombre que sabe
he sido un hombre que busca y lo soy aún
pero no busco ya en las estrellas ni en los libros
comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí.

Mi historia no es agradable
no es suave y luminosa como las historias inventadas
sabe a insensatez
a locura
a ensueño
como la vida de todos los hombres
que no quieren engañarse más a sí mismos.





Un día como hoy, hace 133 años, nacía Hermann Hesse en Calw, Baden-Wurtemberg, Alemania. Fué novelista, poeta, ensayista y pintor. En 1946 recibió el Premio Nobel como reconocimiento a su trayectoria literaria.

La vida de cada hombre es un camino hacía sí mismo, escribía Hesse, y luego matizaba, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero.







Estas páginas pertenecen a Infancia del Mago, de Hesse, un cuento autobiográfico escrito, ilustrado y comentado por Peter Weiss, en edición de Garbizu&Todtman Editores, Venezuela.





Para recordar a Hesse, nada como unos párrafos de uno de sus libros para mi más queridos. Así da comienzo El lobo estapario:

El día había trascurrido del modo como suelen transcurrir estos días: lo había malbaratado, lo había consumido suavemente con mi manera primitiva y extraña de vivir; había trabajado un buen rato, dando vueltas a los libros viejos; había tenido dolores durante dos horas, como suele tenerlos la gente de alguna edad; había tomado unos polvos y me había alegrado de que los dolores se dejaran engañar; me había dado un baño caliente, absorviendo el calorcillo agradable; había recibido tres veces el correo y hojeado las cartas, todas sin importancia, y los impresos; había hecho mi gimnasia respiratoria, dejando hoy por comodidad los ejecicios de meditación; había salido de paseo una hora y había visto dibujadas en el cielo bellas y delicadas muestras de preciosos cirros. Esto era muy bonito, igual que la lectura de los viejos libros y el estar tendido en el baño caliente; pero, en suma, no había sido precisamente un día encantador, no había sido un día radiante, de placer y ventura, sino simplemente uno de estos días como tienen que ser, por lo visto, para mí desde hace mucho tiempo los corrientes y normales; días mesuradamente agradables, absolutamente llevaderos, pasables y tibios, de un señor desontento y de cierta edad; días sin dolores especiales, sin preocupciones especiales, sin verdadero desaliento y sin desesperanza; días en los cuales puede meditarse tranquila y objetivamente, sin agitaciones ni miedos, hasta la cuestión de si no habá llegado el instante de seguir el ejemplo del célebre autor de los "Estudios" y sufrir un accidente al afeitarse.

5 comentarios:

  1. Escribo como anónima porque estoy perezosa pero soy tu sobrina Cris. Te alegrará saber que este buen hombre sigue influyendo (y mucho) en la formación de otros jóvenes de otras generaciones, como por ejemplo, la mía!! Me han entrado ganas de volver a leer Sidharta, o a lo mejor alguno de los que has nombrado y que no me he leído aún... Lo de repetir libro es algo que hago bastante pero me produce un auténtico dilema!! Siempre descubro cosas que había pasado por alto. Pero... hay tantos libros por leer que me da rabia. ¿Te pasa a ti lo mismo?

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  2. Me habría gustado ser quien escribiese esa proclama vital que memorizaste. Es una buena compañía para toda una vida, más fiel y menos cargante que algunas compañías humanas. Como siempre, haces honor a tu buen gusto.

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  3. me uno al los que han encontrado en su vida al gran hombre HERMANN HESSE, al leer sus libros aprendì mucho y creci, todos me han llenado el alma de entusiasmo y fe y en especial un libro que encontre en un puesto de el centro de la ciudad de mèxico que no sabia que existia SI LA GUERRA SIGUIESE cada que puedo lo vuelvo a leer y es increible que en esta època nada haya cambiado.

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  4. Espiritual y literariamente hablando, Hermann Hesse es lo máximo en mi vida. A los 15 años me rescató con sus miedos de los míos propios. Sidharta, El lobo estepario y Demian son claves en mi formación espiritual y literaria hasta el sol de hoy. Germán Aponte.

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  5. Una insensatez de mi parte sería no anexar, al comentario anterior, mi eterno agradecimiento a Rubén Fernando Montilla Camacaro (lo conocí en Caruao-Estado Vargas, en 1974), por convertirse en mi Demian, mi Sidharta, mi Narcizo o Goldmundo. Por aquella época pese a que ambos teníamos 15 años, me ayudaste a salir del caos de la adolescencia. Gracias Fernando, mi hermano y amigo del alma; mi don Rubencho, por dividir en dos tiempos: antes de...Y DESPUÉS DE FERNANDO...Un abrazo. Germán Aponte.

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