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sábado, 31 de julio de 2010

El Museo Sorolla: la casa


Uno de los mayores encantos que tiene este delicioso museo es su jardín, un espacio recogido, fresco y umbrío, en el centro de Madrid. Ahora en verano, cuando los termómetros se disparan, resulta muy agradable acercarse una mañana al museo, sentarse en uno de sus bancos, bajo los árboles, junto a una fuente, y leer los periódicos, o un libro, o simplemente dejar pasar el tiempo escuchando el agua. Luego, en el interior, te espera una casa museo en la que disfrutar no sólo de la espléndida obra pictórica de Sorolla, sino también de un conjunto de muebles y objetos de decoración de gran valor y belleza que nos hablan del refinamiento que rodeaba la vida del pintor.












En la parte posterior de la casa, donde antes se encontraba la cocina, la despensa y las habitaciones de servicio (el personal de servicio se alojaba en el piso superior), ahora se muestra una espléndida colección de cerámica popular y azulejos. Jarras, platos, pilas de agua bendita, jarrones, macerinas, piezas preciosas de los siglos XVIII y XIX, de Manises, Talavera de la Reina, Alcora, Andujar, Triana.














La visita al museo se inicia en las tres estancias que conformaban la zona de trabajo de Sorolla: su taller, la sala donde recibía a los clientes y mostraba su obra y una sala dónde tenía expuestos algunos de sus cuadros. Son espacios amplios, muy luminosos (el pintor se encanrgó personalmente de diseñar, junto con el arquitecto, los vanos que debían tener estas estancias para poder pintar con luz natural) y decorados con muebles de excelente factura y objetos de anticuario.














Tallas barrocas, valiosas piezas de cerámica, bustos, pequeñas esculturas. Y una reproducción de la Victoria de Samotracia. Llama la antención una preciosa cama-sofá en la que el pintor descansaba cuando se quedaba a trabajar hasta tarde. En una de las paredes interiores del mueble cama, una estantería con libros. Junto a la cama, un retrato de Gregorio Marañón, realizado por el pintor y, enfrente, el pequeño mueble donde reposa su paleta, los pinceles, las pinturas y el resto de los accesorios de trabajo.














La zona noble de la casa conserva muchos de los objetos valiosos con los que convivió Sorolla: lámparas de Tiffanys, algún pequeño mueble Louis XV y varios bargueños y escritorios antiguos preciosos. Las paredes del comedor están adornadas con guirnaldas de flores y retratos de su mujer e hijas, realizados por el pintor.

Una preciosa casa, llena de tesoros.

2 comentarios:

  1. Igualita que mi casa-museo-expo-Ikea... La conozco y me muero de envidia. Todavía hay ecos de las reuniones que allí se celebraron; la Historia pasó por esas salas y nos regaló la luz.

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  2. Como este año se conmemora el medio siglo del fallecimiento del Dr. Gregorio Marañón el Museo Sorolla ha querido sumarse a las celebraciones, con el retrato (1920) que le hizo el pintor y que ha sido cedido por la Hispanic Society de Nueva York hasta el mes de septiembre.

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