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jueves, 8 de julio de 2010

El Mundial de Futbol en un barrio de Madrid


Las doce de la noche de un miércoles siete de julio de 2010. Dejo la casa de unos amigos donde he visto el partido que ha llevado a la selección española a la final del mundial de futbol. Salgo del portal, dispuesta a parar un taxi que me lleve a casa cuando me veo rodeada de un grupo de jóvenes con la camiseta roja, la cara pintada, soplando unos cornetines ensordecedores. Me agarran las manos y me impulsan a unirme a un corro de saltimbanquis. Cuando logro, entre risas, zafarme compruebo que todo el barrio ha salido a la calle. Los coches hacen sonar sus bocinas, mientras que sus ocupantes, con medio cuerpo asomado por las ventanillas, agitan grandes banderas españolas en las que está estampada la imagen del toro de Osborne. Incluso los autobuses urbanos los emulan. La gente se abraza por la calle, bailan en corros, corean las consignas y los vítores que lanzan desde los balcones de las casas, desde cualquier esquina de la calle. Decido volver caminando para no perderme el espectáculo. Desde una ventana me gritan: “Rubiaaaaaaa, hemos ganado ¡” Un hombre rubicundo, con la cara colorada, levanta el puño al pasar por mi lado y dice alzando la voz: “Compañera, después de esto, la República”, le sonrío y cruza de acera de espalda mientras sigue mirándome, sonriendo, y agitando el puño. Se vitorea a un camión de bomberos que pasa deprisa haciendo sonar la sirena. Las aceras están tomadas por los vecinos, que han bajado sillas de casa y lanzan vítores agarrados a sus latas de cerveza, mientras los niños, con camisetas rojas de la selección, corretean a su alrededor. Me llama la atención un grupo al que me voy acercando. Es muy numeroso y bullanguero, escucho sus cantos y les veo bailar desde lejos. La gente se para al llegar a su altura, les veo alzar vasos y latas. Llego. Lanzan gritos patrióticos. Hombres, mujeres y niños, cerca de dos docenas, de pie, sentados en sillas y bancos, los jóvenes en el suelo, muchos vestidos con las camisetas de la selección, cantan, se ríen, felicitan a los viandantes, son todos de color.

6 comentarios:

  1. Trompetas que suenan, corros que te arrastran en su danza. Fantástica imagen; parece el final del séptimo sello. O una de esas fiestas populares que pintaba Brueghel... que por cierto era holandés. Hay que tener cuidado con los holandeses,

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  2. Y gritaban...Villa, Villa, Villa...
    Villa maravilla?

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  3. Razón tienen los que dicen ,que las guerras por el territorio ,han sido suplidas por muchos pueblos,por las contiendas deportivas.Es la forma de cimentar el gentilicio en los jovenes y enseñarselo a los pequeños.Crear la conciencia de pais.

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  4. Para Jan parece el final de 7º sello porque es alemán y la "Brughería" de España le escondió de tal manera el balón que no supieron lo que pasaba hasta que fué demasiado tarde porque el partido se había acabado. Por cierto como "Brueghel" pintaba fiestas y desmadres cada vez que perdía algun objeto, para ver si se acordaba donde lo había dejado(por eso sus cuadros tienen tantísimos objetos), esta vez va a perder el balon y Holanda la final. Esperemos la maravilla de Villa en la final, ya que ayer se llamaban Iniesta vs Xavi, y una pequeña guinda canaria llamado Pedrito. ¿De verdad se puede cimentar en esta diversión el gentilicio? Oiga que solo pregunto ehh. Con la que cae, ya lo creo que la alegría es Contagiosa con MAYUSCULA.

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  5. A propósito del último grupo que encontraste.
    Que extraña condición humana hace que se acepte con gusto, la manifestación exultante por un momento de escape, de grupos que en otros momentos probablemente serían denostados. ¿Porque no nos hacemos deportistas de verdad, y aceptamos cualquier mestizaje?.

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