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viernes, 18 de febrero de 2011

Entre Víznar y Alfacar, junto a García Lorca


Si sales de la ciudad de Granada hacia Madrid, dirección Jaén, a pocos kilómetros encontrarás una desviación hacia Almería. La tomas, y a poco más de tres kilómetros un cartel te avisará: Víznar, Alfacar.

Los dos pueblos están unidos por un estrecho camino asfaltado, donde dos coches se cruzan con dificultad. Paisaje de olivos, algún almendro florido y matojos de genista, ya en este adelanto de primavera.

Camino entre olivos centenarios y pienso que este sería el paisaje que García Lorca contempló por última vez. Él, tan frágil. Imagino su miedo, su incredulidad, su desconsuelo. Y los de Dióscoro Galindo, maestro; Francisco Galadé y Joaquín Arcollas, banderilleros, que murieron asesinados junto a él. He leído en algún sitio que Juan Luis Trescastro Medina, medio pariente suyo, presumió más tarde de haberle disparado dos tiros en el culo, "por maricón". Que orgulloso debía sentirse, todo miseria moral e ignorancia. Los estudiosos dicen que le mataron por rencillas familiares, ser simpatizante del Frente Popular y homosexual. Sin juicio, sin acusación formal, en la madrugada del 19 de agosto de 1936. Así le cantó Antonio Machado:

I

EL CRIMEN

Se le vio, caminando entre fusiles,

por una calle larga,

salir al campo frío,

aún con estrellas, de la madrugada.

Mataron a Federico

cuando la luz asomaba.

El pelotón de verdugos

no osó mirarle la cara.

Todos cerraron los ojos;

rezaron: ¡ni Dios te salva!

Muerto cayó Federico.

-sangre en la frente y plomo en las entrañas-.

...Que fue en Granada el crimen

sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada...

II

EL POETA Y LA MUERTE

Se le vio caminar solo con Ella,

sin miedo a su guadaña.

Ya el sol en torre y torre; los martillos

en yunque - yunque y yunque de las fraguas.

Hablaba Federico,

requebrando a la muerte. Ella escuchaba.

"Porque ayer en mi verso, compañera,

sonaba el golpe de tus secas palmas,

y diste el hielo a mi cantar, y el filo

a mi tragedia de tu hoz de plata,

te cantaré la carne que no tienes,

los ojos que te faltan,

tus cabellos que el viento sacudía,

los rojos labios donde te besaban...

Hoy como ayer, gitana, muerte mía,

qué bien contigo a solas,

por estos aires de Granada, ¡mi Granada!"

III

Se le vio caminar..

Labrad, amigos,

de piedra y sueño, en el Alhambra,

un túmulo al poeta,

sobre una fuente donde llore el agua,

y eternamente diga:

el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

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