Desde el Valle del Jerte se accede a la Comarca de la Vera a través del Puerto del Piornal. La carretera es estrecha y empinada, las curvas cerradas, los paisajes a ambos lados hermosísimos. Cerezos en flor, bosques de encinas, canchales, grandes extensiones de piornos y robledales que aún conservan su aspecto invernal, su piel grisácea y la elegancia de sus ramas desnudas.
Así se accede a uno de los pueblos más bonitos y que mejor conservan sus elementos medievales de toda la comarca: Garganta la Olla. Se encuentra en la confluencia de dos gargantas, la Mayor y la de San Blas. Cuando visito el pueblo, la nieve que el invierno depositó en las cumbres de las sierras cercanas empapa la tierra, dibuja riachuelos y, en esta zona de riscos y orografía irregular, cae en saltos de agua.
En esta tierra nació el mito de la Serrana de la Vera que, como buena parte de las leyendas, debió basarse en un hecho real que la imaginación de los lugareños se encargó de adornar a lo largo del tiempo. Una hermosa mujer, alta y fuerte, de larga cabellera, adornada con los atributos de Diana cazadora, vivía en una cueva oculta en estos riscos. Se alimentaba de animales que ella misma cazaba y, de tanto en tanto, capturaba a un varón, fuera zagal, soldado o labriego. Una vez conducido a su escondite, le daba de beber hasta embriagarlo, hacía el amor con él y luego lo mataba.
Así dicen los romances: "Entre Piornal y Garganta,/ no muy lejos de Plasencia,/ relatan viejos romances/ una historia verdadera…" Y más adelante: "Cuando tiene gana de agua/ se baja pa la ribera;/ cuando tiene ganas de hombres/ se sube a las altas peñas…"
La historia no tiene final feliz. Un buen día aparece un hombre en sus dominios, es apresado por la serrana y conducido a la cueva, como tenía por costumbre. Allí le obliga a encender la lumbre, le da de beber en la calavera de alguno de sus predecesores ( "Bebe, serranillo, bebe,/ agua de esa calavera,/ que puede ser que algún día/ otros de la tuya beban."), comen la carne de una pieza cazada por ella y, tras escuchar las notas de una vihuela o un rabel tañidos por el hombre, hacen el amor. Después, mientras ella, rendida, se queda dormida, él huye.
"Dióme yesca y pedernal/ para que lumbre encendiera/ y mientras que la encendía/ aliña una grande cena./ De perdices y conejos/ su pretina saca llena,/ y después de haber cenado/ me dice: --Cierra la puerta.—/ Hago como que la cierro,/ y la dejé entreabierta:/ desnudóse y desnúdeme/ y me hace acostar con ella./ Cansada de sus deleites/ muy bien dormida se queda,/ y en sintiéndola dormida,/ sálgome la puerta afuera."
Cuando la serrana despierta le persigue por los campos, profiriendo ruegos y amenazas para no ser delatada. Y aquí las versiones difieren: algunos romances aseguran que el zagal avisó del lugar donde se escondía y la mujer fue apresada; otros hablan de que la serrana prefirió suicidarse antes de caer en manos de sus captores.
Las imágenes que os ofrezco os dan una idea del encanto de este pueblo. Si os animáis, la primavera es la estación perfecta para visitarlo.
Muy buena entrada, muy buen resumen del romance de la Serrana de la Vera y precioso y sorprendente el pueblo de Garganta de la Olla donde estuve anteayer... Sólo te ha faltado una foto del pueblo desde el mirador de la Serrana, pero las demás preciosas. Pongo el enlace en el facebook.
ResponderEliminarMuchas gracias José. Un pueblo precioso, es cierto. Me gustó mucho toda la zona, que no conocía, y fui haciendo comentarios de los pueblos que visité. Espero verte a menudo por Mi casa. Un abrazo
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