




Estoy segura de que Beckford mudaría radicalmente de opinión si pudiera ver el palacio tal y como se conserva en la actualidad, después de las reformas. Es una joya, decorado con un refinamiento exquisito, para mi gusto aún más bonito que el Palacio Real vecino, bien es verdad que suelo preferir los pequeños espacios que los salones y estancias desmesurados.


El proyecto es obra del arquitecto mayor del rey, Juan de Villanueva, que comenzó su construcción en 1794. A lo largo del proceso, colaboraron tanto en su ejecución como en su decoración los artesanos y artistas más prestigiosos de la época. Arriba, a la izquierda, podéis ver la escalera principal, con peldaños de caoba y barandilla de bronce; y a la derecha la que debió ser antigua escalera, según nos informa nuestro guía "la escalera de servicio", llamada también escalera chica, decorada al temple por Zacarías Velázquez con perspectivas arquitectónicas.


En la Sala de billar me gustó especialmente un impresionante reloj de caoba, bronce y églomisé ( se trata de un procedimiento, de origen francés, mediante el cual la parte posterior de un cristal se trabaja con oro u otro metal precioso), el llamado Regulador de Manuel de Rivas, fabricado en 1804; y las colgaduras de seda, preciosas telas cuyo diseño es de clara influencia francesa. Colindante con la Sala de billar se encuentra la Galería de estatuas, con techo abovedado pintado al fresco por Zacarías González y, en el suelo, unos preciosos mosaicos representando peces, provenientes de las ruinas romanas de Mérida. En el centro de la estancia, otro impresionante reloj de columnas en bronce y mármoles, con una caja de música en la base. Las paredes de la Saleta de Robredo, que veis sobre estas líneas, a la izquierda, también están recubiertas de sedas, bordadas por Juan López de Robredo, y el techo adornado con pinturas al temple, obra de Manuel Muñoz de Ugena y Juan Duque. A la derecha, la Sala de Compañía, una espléndida estancia con pavimento de baldosas de porcelana del Buen Retiro, chimenea de mármol de Carrara, una hermosa pintura al temple representando a la diosa Cibeles firmada por Mariano Salvador Maella, preciosas banquetas francesas y, en el centro, el Planetario de Raingo Z. Ghent, una pieza excepcional de 1810.



A la izquierda, tres salitas abovedadas y, a la derecha, la llamada Saleta del Cristo, así llamada por una figura de Cristo crucificado realizado en marfil que se encuentra sobre la chimenea. El arrimadero es de estuco y las consolas y sillerías corresponden a la época de Carlos IV.



La Sala Corina debe su nombre a la figura en bronce de la poetisa griega colocada sobre el reloj que se encuentra en el centro de la habitación, una pieza del siglo XIX sobre un mueble con órgano de Davrainville. Antiguamente esta estancia fue el comedor del rey. Y el retrete real, que veis a la derecha de la fotografía, un asiento tapizado en terciopelo rojo cuyo cojín se levantaba cuando era necesario. De esta estancia destaca el maravilloso temple de su bóveda, uno de los más bonitos del Palacio, firmado por Zacarías González en 1800, representando El carro del Tiempo y las alegorías de la Vigilancia, la Fortaleza, el Aire y el Descanso. Os lo muestro abajo, a la izquierda. Y a la derecha, otra preciosa pintura al temple, firmada por Manuel Pérez en el mismo año, con motivos pompeyanos, grutescos, cestos de flores, paisajes y alegorías de las estaciones. Corresponde a la bóveda de la Saleta del relieve.


hola, he encontrado el sitio por casualidad.acabo de estar en aranjuez y no pude ver este sitio. gracias por la informacion....por cierto...comparto tu afición por la fotografía, viajes y, si me permites, hasta por tu tierra a la que procuro escaparme todos los veranos desde hace varios años....
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