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viernes, 15 de abril de 2011

¡Indignaos!


"El poder del dinero, tan combatido por la Resistencia, nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general. Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero."
(...)
"Sartre nos enseñó a decirnos a nosotros mismos: "Sois responsables en tanto que individuos". Era un mensaje libertario. La responsabilidad del hombre no puede encomendarse ni a un poder ni a un dios. Al contrario, debe comprometerse en nombre de su responsabilidad como persona humana."
(...)
"Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es un valor precioso. Cuando algo te indigna como a mi me indignó el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido. Pasas a formar parte de esa corriente de la historia, y la gran corriente debe seguir gracias a cada uno. Esa corriente tiende hacia mayor justicia, mayor libertad, pero no hacia esa libertad incontrolada del zorro en el gallinero. Esos derechos, cuyo programa recoge la Declaración Universal de 1948, son universales. Si os encontráis con alguien que no se beneficia de ellos, compadecedlo y ayudadlo a conquistarlos. (...) Los derechos, cuya violación, cualquiera que sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No cabe transigir respecto a estos derechos."

Quien así habla es Stéphane Hessel, combatiente del nazismo, miembro de la Resistencia francesa, superviviente del campo de exterminio nazi de Buchenwald, militante a favor de la independencia argelina y defensor de la causa palestina. Fue además uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Un luchador, alguien que nunca se ha dado por vencido, alguien que no ha perdido la esperanza, como demuestra la redacción de este pequeño libro, Indignaos, a los 93 años. Debería avergonzarnos que sea alguien de esa edad quien se ocupe de despertar las conciencias dormidas y alentar a los jóvenes a indignarse, tomar las riendas y tratar de cambiar el mundo.

"Es cierto, las razones para indignarse pueden parecer hoy menos nítidas o el mundo, demasiado complejo. ¿Quién manda? ¿quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan. Ya no se trata de una pequeña élite cuyas artimañas comprendemos perfectamente. Es un mundo vasto, y nos damos cuenta de que es interdependiente. Vivimos en una interconectividad que no ha existido jamás. Pero en este mundo hay cosas insoportables. Para verlo debemos observar bien, buscar. Yo les digo a los jóvenes: buscad un poco, encontraréis. La peor actitud es la indiferencia, decir "paso de todo, ya me las apaño". Si os comportáis así, perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre. Uno de los componentes indispensables: la facultad de indignación y el compromiso que la sigue", afirma Hessel.

¿Y qué aconseja? Volver a las esencias. La Declaración Universal de los Derechos Humanos tiene plena vigencia y se ha convertido en papel mojado. Quizá sea el camino.

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