No recuerdo a qué escritor escuché decir que, de tanto en cuanto, abandonaba su domicilio de Madrid y se alojaba en un hotel, lo que le permitía hacer vida de turista y mirar su ciudad "con otros ojos". Madrid, como tantas otras ciudades, está llena de tesoros, salpicada de rincones y edificios espléndidos que a menudo nos pasan desapercibidos.
Es el caso del Palacio de Bermejillo, situada en la calle Eduardo Dato, en el barrio de Chamberí. Esta zona del barrio, la delimitada por la calle Génova, el Paseo de la Castellana y las calles Almagro y Miguel Ángel es el llamado "triangulo de oro", donde a finales del siglo XIX y principios del XX fijó su residencia gran parte de la aristocracia española.
El palacio fue construido entre 1913 y 1916 por el arquitecto Eladio Ladero, como residencia de don Javier Bermejillo del Rey, marqués de Bermejillo. Ladero trabajaba para Alfonso XIII siendo, por tanto, muy demandado por la aristocracia y la alta burguesía madrileña. De estilo neoplateresco, mezcla elementos clásicos con otros modernistas y detalles románticos.
En 1932, los marqueses lo vendieron a un matrimonio de industriales uruguayos llamados Ramón Rodríguez y María Bauzá Rodríguez. Su fortuna se había forjado principalmente en México y, tras la revolución de 1911, se vio muy comprometida. Doña María lo conservó hasta los años 60, cuando pasó a manos de la empresa Talleres y Garajes Alas S.A. En 1964 fue adquirido por la Dirección General del Patrimonio del Estado y, desde 1982, es la sede del Defensor del Pueblo. Aunque el palacio se encuentra en muy buen estado de conservación, su nueva utilidad le ha privado de su carácter de vivienda aristocrática.
Entramos por el portón de carruajes y desembocamos en el precioso patio que os muestro en las imágenes. Se conservan las cerámicas de Talavera y Sevilla empleadas en zócalos y suelo, protegido por espléndidas alfombras de la Real Fábrica.
En la planta baja, el patio se abre a un gran salón, con maravillosas vidrieras y portería, y al salón de baile. La escalera conduciría al primer piso, donde se encontrarían los salones, el comedor de gala y las habitaciones de recibir. Los pisos superiores se destinarían a las zonas privadas y de servicio, todo ello transformado hoy en despachos.
Tanto en el salón como en la sala de baile llaman la atención los artesonados, de yeso pintado, y las lámparas de La Granja.
La entrada principal ha sufrido remodelaciones, así como el jardín, una parte sustancial del cual debió venderse en su día. Hoy se conserva un pequeño recinto arbolado, con una fuente en semicírculo, rodeada de una columnata de gran encanto. Junto a la escalera de acceso, la imagen de la Virgen.
Este palacio, fué colegio de Huerfanas de Magisterio. Un colegio de niñas, en la posguerra española. Mi madre, fué una de ellas. Gracias por poder ver las fotos, del interior, y recordar de nuevo, todas las historias que mi madre siempre nos contó. Mil gracias de nuevo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti por entrar en Mi casa, que es la tuya, y por tu comentario. Un abrazo muy fuerte
EliminarMi suegro es el nieto de los Marqueses de Bermejillo y curiosamente se casó con mi suegra nieta de Ramón y María Bauzà Rodriguez,segunda propietaria.
ResponderEliminarConcretamente mi suegra vivió gran parte de su infancia allí,tenemos fotos y recuerdos pero más de su exterior que del interior.
¡Mil gracias!
Mi suegro es el nieto de los Marqueses de Bermejillo y curiosamente se casó con mi suegra nieta de Ramón y María Bauzà Rodriguez,segunda propietaria.
ResponderEliminarConcretamente mi suegra vivió gran parte de su infancia allí,tenemos fotos y recuerdos pero más de su exterior que del interior.
¡Mil gracias!