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domingo, 4 de julio de 2010

Libro de los Frenápteros

Un hombre que era extraño hasta de sí mismo se enamoró de una mujer extraña. Y se lo dijo. Pero ella era una mujer extraña, muy solitaria, indiferente, con pájaros en la cabeza.

-Si me quieres-le dijo-, yo no sé si pueda quererte.

-Y, ¿cómo podré convencerte de que me quieras? Preguntó el hombre

-Yo no conozco el mar-dijo la mujer-no conozco el bosque ni la selva. Sueño con orquídeas desde que las oí mencionar. He vivido en mi casa desde que nací. No he ido más allá de los límites de mi jardín.

En los ojos de la mujer había algo semejante a una tristeza serena, a un aburrimiento domesticado, a una desesperanza ya vieja y sin solución. Y, sin embargo, como quien trata de pescar ballenas en el manantial del transpatio, se atrevió a pedir:

-Llévame a ver el mar.

-De acuerdo-dijo el hombre-Empaca y nos vamos.

-Pero quiero ir a pié, desnuda y con una venda sobre los ojos.

-No verás el camino.

-Tú me guiarás.

-Pero entonces no podrás ver el bosque y las selvas, no conocerás las orquídeas. No gozarás al contemplar por primera vez el mar.

-Quizás si pueda verlos y conocerlos a través de tus ojos.

-Y entonces ¿me amarás?

--Antes de quitarme la venda me descubrirás el mar. Luego, cuando yo lo vea con mis propios ojos, sabré si puedo amarte o no.

Marco Tulio Aguilera


2 comentarios:

  1. Tarde es, muy tarde. Con la invisible venda del sueño sobre mis ojos me encaminaré hacia mi cama, me encamaré encaramándome sobre ella y me dormiré imaginando que vuelvo a ver el mar que un día vi. Era un mar especial, pero no por él mismo, sino por aquella otra mirada cercana que le otorgó entonces tan especial significado. Buenas madrugadas.

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  2. "Saber moverse en el mundo artístico de lo erótico es lo que hasta ahora nos ha demostrado Aguilera Garramuño,pues en su muy amplia producción narrativa las exploraciones literarias en torno a los gozos del cuerpo ocupan un lugar central. Como escritor, sabe que en las faenas amorosas del deseo en los cuerpos se encuentra una vía de primer orden para las indagaciones sobre la condición humana, sobre el conocimiento del ser y el estar en el mundo.
    Con su literatura erótica, Aguilera Garrramuño también se sitúa entre los autores que nos recuerdan que al fin y al cabo el compromiso esencial con que se nace es el de usar y gastar el cuerpo, y el amor y el deseo carnal son gloriosos medios para cumplirlo.

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