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miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Plaza de las Comendadoras de Santiago


En la fotografía, un lateral del Convento de las Comendadoras de Santiago, la fachada correspondiente a la calle Amaniel. Vengo a este barrio porque aquí se encuentra el Museo ABC, un centro de arte, dibujo e ilustración creado recientemente por el diario ABC, y donde tiene lugar una exposición sobre Cuadernos de Viaje de la que os hablaré en otro momento. Y aprovechando la ocasión, paseo por un barrio que me encanta.













Desde luego, el grafiti que han pintado en la puerta no puede ser más impropio de un convento de clausura. La foto de la derecha corresponde a la fachada principal, con la iglesia de Santiago al fondo. Ahora la iglesia está en proceso de restauración, de manera que esta imagen no se corresponde con la que me encontré esta tarde, la iglesia cubierta de andamios. Este monasterio de religiosas de la Orden Militar de Santiago, fue fundado por Felipe IV en 1650 con el dinero que para tal efecto había dejado en 1584, don Iñigo Zapata de Cárdenas, presidente del Consejo de Órdenes, y doña Isabel de Avellaneda, su mujer. En una de sus capillas, los futuros Caballeros de la Orden de Santiago velaban armas toda una noche. Al amanecer, les impondrían las nuevas vestiduras (el manto rojo con la cruz blanca) y les darían el "espaldarazo". Siempre me han fascinado estas ódenes militar-religiosas: de Calatrava, de Alcántara, de Santiago, la Teutónica, la del Temple. Parece ser que la primera fue la Caballería Aurata Constantiniana, creada por Constantino en el año 312.

















También en la calle Amaniel, muy cerca de su confluencia con la calle Conde Duque, estas pintadas en una casa con evidentes señales de abandono. Me hicieron gracia los grafitis en las mamparas con las que tapiaron las ventanas.













La plaza de las Comendadoras, la que se abre ante la fachada principal del convento, es un recinto pequeño y acogedor, con un parque para juegos infantiles y dos cafés en cuyas terrazas me he sentado a cenar en noches de verano. En esta ocasión tomo un café mientras observo a la gente. En general, las mesas circundantes están ocupadas por gente joven vestida a la última que se saludan con dos sonoros besos y hacen tertulia ante sus cañas de cerveza. Mezclados con ellos, una señora gorda con bata floreada y pelo oxigenado habla a gritos por el móvil con un tal "Goyo", al que le cuenta que "la Paqui" ha tenido que subir un momento a casa a un "recao" pero bajará en seguida; y un hombre de pelo grasiento y edad indefinida lee el periódico mientras se rasca un pie descalzo contra la pernera del pantalón y nos deja ver una palma renegrida antes de devolver el pie a la chancleta que había abandonado bajo la mesa.


Calle del Acuerdo, de San Dimas, Quiñones, de San Hermenegildo. Muy cerca, este otro grafiti que os muestro.














Y ya de vuelta a casa, entre edificios se entrevé uno de los maravillosos atardeceres de Madrid.

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