La crítica, tan aficionada a encasillar la obra de cada artista en una tendencia, un grupo o un "ismo", asegura que la pintura de Carlos Franco, con la que la galería Marlborough inaugura la temporada, se inscribe en la llamada "nueva figuración madrileña", junto con otros artistas de su generación como Carlos Alcolea, Chema Cobo o Guillermo Pérez Villalta. Quizá sea con este último con el que yo percibo mayores coincidencias. Ambos gustan de envolver sus escenas de un cierto halo onírico, mezclando escenarios y realidades paralelas.
Pero lo que más me gusta de su pintura es su sensualidad, la luz que desprende cada cuadro, la potencia expresiva de estas explosiones de color. Me gustó especialmente el desarrollo temático de Dama en el lago, título genérico en el que se inscriben los cuatro lienzos que os muestro sobre estas líneas. A partir de una composición con reminiscencias clásicas elabora una serie de cuadros, de la que os muestro estos cuatro (Ariadna, En el laberinto, Incendio y Nocturno, son sus títulos), jugando con los significados a través del espacio y el color.
Espléndidos Mercurio cosechando, con el que abro el comentario, y Castillo de arena, con el que cierro.
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