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martes, 13 de septiembre de 2011

¿A qué huele un e-book?



Domingo por la mañana. Sentada en la terraza de la Plaza de Olavide leo la prensa mientras disfruto del segundo café del día. Cuando me dispongo a pagar y volver a casa veo, sentada a una mesa vecina, a una mujer de cuarenta y pocos años, buen aspecto, leyendo en un ebook. (Lo habré escrito correctamente, o sería más propio decir "leyendo un ebook", como se dice "leyendo un libro"?) Me acerco, me excuso por la intromisión y le pregunto por su experiencia como lectora en un soporte que aún me produce escalofríos. Y todo lo que me transmite son alabanzas. Es cómodo (la tableta no pesa nada y es de fácil manejo), barato (afirma comprar libros digitales en Amazon por once dólares, los mismos por los que en una librería pagaría más de 20 euros) y le permite viajar sin sobre peso en la maleta. ""Si estoy una semana fuera de mi casa, lo normal es que me lleve de ocho a diez libros. Transportarlos en el ebook resulta mucho más práctico". Pero, qué ocurre con los que amamos subrayar y escribir en los márgenes? "Existe la posibilidad de hacerlo, y guardar las notas" Efectivamente, ahí está el teclado. "Nos estamos cargando los bosques", añade. "Seguir comprando libros y defender el medio ambiente ya no es compatible".

Ya en casa, contemplo mi biblioteca, tan querida, bajo una nuevo prisma. Estaré ante los últimos espécimenes de un mundo en extinción? Cuando no existan los libros, cómo podremos acceder a las bibliotecas de los autores que entonces admiremos, a las lecturas que les conformaron humana y literariamente? A través de una tableta? "Conocer a los autores por su biblioteca particular es una buena manera de conocerlos. De reconocerlos, puesto que encontrar textos en esa biblioteca remite a un conjunto de citas, de comentarios, de predilecciones, que conocimos a través de la lectura", afirma Jorge Edwards en un artículo sobre la biblioteca de Julio Cortázar publicado por El País el 3 de Septiembre.

"Una biblioteca propia es como un reino privado. Uno la ordena primorosamente, aquí la poesía, aquí el ensayo, aquí los mastodónticos catálogos de arte. En tardes ociosas, recorremos con la vista los lomos multicolores, tratando de averiguar qué nos pide el cuerpo en ese momento, qué vamos a releer, si ya será hora de atacar tal novela que nos habíamos reservado para más adelante. Los cambiamos de sitio; ahora por orden alfabético, ahora como Dios nos da a entender. Y sentimos el orgullo del pequeño propietario, como quien posee una finca, un coche potente, lo último en ordenadores. Sólo que esos miles de libros son mucho más que meros objetos funcionales. Son la historia de tu espíritu, los pasos de tu educación, las vivencias en las que se ha formado tu carácter y hasta tu forma de escribir. Un mundo de imaginación y de sueños.

Entre sus páginas aparecen fotos viejas, cartas ya con la letra desvaída, marcalibros de todo tipo, billetes de autobuses y aviones, entradas de cine. A veces encontramos frases subrayadas que una vez nos dijeron mucho y a lo mejor hoy no nos dicen nada, piquitos doblados que llaman la atención sobre algún pasaje especialmente significativo. Y es que el lector deja en sus libros señales y recuerdos, se apropia de ellos de un modo que va más allá de la posesión física, los convierte en un relato fragmentario de su propia vida: aquel viaje, aquella película, aquel amigo. La biblioteca retrata a su dueño, cuenta su historia. “Extensiones de la memoria”, llamó Borges a los libros." Así reflexiona el poeta asturiano José Luis Piquero en un precioso artículo aparecido en la revista digital Literarias.



Recuerdo haber jurado y perjurado que nunca tendría móvil, y ahora soy incapaz de salir de casa sin él. Quizá un día no me separe de mi ebook y viaje con mi biblioteca en el bolso. Pero no me veo acariciando la tableta, ni oliendo su pantalla. En fin.

4 comentarios:

  1. Hola Sol.
    ¿Donde meteremos los distintos recuerdos en forma de papeles, tickets, pases, entradas, visas, t de embarques, facturas, y mil etcs?. Pero mas importante; ¿Donde, en que parte del cerebro, almacenaremos olores, tactos, amarilleo de páginas? ¿visualizaremos algo en esas tabletas desde la mesa del despacho, que lomos veremos?. Soy un amante de la tecnología y sus aplicaciones, pero no se disfruta de una obra de arte en un museo igual que en un mastodóntico catalogo(por muy bueno que sea).
    Vivan los libros de papel y las librerias, me dá igual de madera, obra u otro material con el que pueda formarse una biblioteca. Por cierto(a costa de que me corrijan)esa tableta se llama e-book(creo que el iPad es otra cosa).Saludos

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  2. Pues tienes toda la razón. Rectifico. Gracias.

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  3. Me resisto al e-book, aunque mi hijo ha amenazado más de una vez con regalarme uno. No, no y no.Me parecen artefactos sin alma.

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  4. me parece que el e book esta bueno para quienes deben viajar mucho en avion, y aguantarse esperas interminables en los aeropuertos. por todo lo demás, creo que una biblioteca nutrida de los libros mas amados tiene una magia incomparable.

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