"No, no son buenos momentos para ser de izquierdas, laico y heredero de esa tradición de la Ilustración que creía en la emancipación frente a las tinieblas del pasado y afirmaba su confianza en eso que entendíamos como progreso. Todos los elementos que anidaban en ese concepto parece que se nos van desvaneciendo detrás de la tozuda afirmación de lo existente como lo único posible. Incluso aquello de lo que más nos vanagloriábamos, la democracia, la posibilidad de elegir entre opciones políticas distintas.
¿Realmente importa quién gane las próximas elecciones generales a la vista de cuáles son las políticas económicas que "necesariamente" habremos de implementar? Sí, claro que importa, se dirá, pero solo en lo periférico, en lo esencial continuaremos estando sujetos al seguidismo de aquello "que hay que hacer". Somos ciudadanos post-soberanos que nos limitamos a designar a un nuevo liderazgo que hará lo que se espera que haga por parte del poder real; el poder económico, naturalmente. Cambiamos de "administradores", no de líderes políticos propiamente dichos. Hace tiempo ya que la acción política se ha transmutado en mera gestión sistémica, que la política se ha reducido a mera "administración". Parece como si ya no fuera factible tomar las riendas de nuestro destino y decidir hacia dónde queremos proyectarlo.
Lo más descorazonador de esta situación es que quienes se niegan a aceptar este estado de cosas, como el Movimiento 15-M o algunos partidos a la izquierda de la socialdemocracia, no saben tampoco cómo transitar desde esta situación en la que nos encontramos a otra más acorde con los clásicos preceptos de la justicia social sin provocar una desestabilización completa de las constantes socio-económicas del país. España, lo sabemos bien, no es Dinamarca ni Islandia y, por tanto, las iniciativas que puedan fructificar allí pueden tener unas consecuencias nefastas aquí. Hay un lamento, que comparto, por la unidireccionalidad en la que estamos embarcados, pero no una verdadera alternativa, porque casi todas estas proclamas a la izquierda de la socialdemocracia están guiadas más por la ética de la convicción que por la ética de la responsabilidad. Y no actúa igual quien sabe que ha de rendir cuentas por las decisiones que adopta y evalúa los costes que éstas tienen, que quien se limita a formular propuestas guiado por el buenismo o la impecabilidad moral."
Estas líneas son parte de un artículo más amplio firmado por Fernando Vallespín y publicado por el diario El País el 2 de septiembre de 2011.
es que lo propio de la izquierda, sol pau, es la impecabilidad moral. Fíjate en mi pueblo el alcalde, entre otras hazañas malversadoras, no ingresaba a la seguridad social las cantidades que les retenía de sus nóminas a los trabajadores. Él, como Vallespín, como El País son humanistas filántropos. Yo, que tiendo a pensar en liberal, soy un facha impresentable y depredador.
ResponderEliminarsaludos blogueros (ya no quieres nada con los pobres, ni siquiera con los Romances tan bonitos que pongo)
Tiendo a creer que la impecabilidad moral es cualidad de algunos seres humanos, independientemente de su adscripción ideológica. No te parece, José Antonio? La bondad de corazón, la honestidad, la dignidad no son patrimonio de derechas o izquierdas, parece una verdad de perogrullo. Dios nos libre de los clichés, los prejuicios y los lugares comunes. Voy rauda a leer tus Romances. Un abrazo
ResponderEliminarHay de los que siguen pensando que la política debe ser ideología, estamos a un pasito de darnos cuenta que los políticos son unos pragmáticos por antonomasia, pero venden sus promesas disfrazadas de ideología partidista y hasta moralista. La política tiene que reinventarse, porque cuatro pensadores de finales del siglo pasado nos iluminaran el camino con consignas, que con los tiempos que corrían fueran más acertadas que dañinas, no debemos de seguir postulando con ellas. Los políticos deben desaparecer y en su lugar deben aparecer personas al servicio del país, trabajadores que lleven a cabo lo que el pueblo decida en cada momento, pero sin ideologías, ni siglas, ni pancartas publicitarias que pretendan manipular nuestro córtex cerebral, este mundo ya no es de unos pocos, este mundo es de todos y todos debemos tener nuestra última palabra, tenemos que gestionar nuestro planeta para que dure más, tenemos que preocuparnos por los que tienen menos, pero sin endeudarlos más aun sabiendas de que no lo podrán devolver jamás, tenemos que enseñar a nuestros hijos que lo más importante no es estudiar para vivir mejor, pues todo ser humano debe tener derecho a vivir mejor, debemos estudiar porque con ello disfrutamos y además podemos ayudar a hacer un mundo mejor. Debemos frenar y mirar a nuestro alrededor para no dejar atrás problemas que más adelante serán irremediables. Tenemos que enseñar a nuestras generaciones a tener más empatía con el prójimo y demostrarles que cuando se triunfa en algo, lo más importante no es hacerse rico con ello, lo más bonito es poder mostrar tu talento a millones de personas. Pero esto solo es demagogia barata, mientras las reglas del juego las impongas las barreras invisibles del capitalismo, es una lucha imposible. Los de derechas seguirán fieles a sus colores y orgullosos de no pertenecer al partido obrero Español, los de izquierdas cada día mas decepcionados, pero cagados de miedo, no vaya a ser que gane la derecha y volvamos a la España de peineta y mantilla y porque no, misa de domingo. Es como el eterno retorno de Friedrich Nietzsche, una y otra vez nos damos de frente con un sistema, que sigue dando cobijo a hijos de militares de dudosa humanidad y que encima los encumbra como líderes para manejar las riendas de nuestro país. Cuanto tiempo ha de pasar para que el palacio de congresos pase a ser otro museo más.
ResponderEliminarPerdón Sol Pau, es que me he dejado llevar por mi ideología más humana e irracional. Un saludo.
Nada que perdonar, Juan. Mi agradecimiento por compartir tus reflexiones con nosotros. Un abrazo
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