A principios de noviembre, el polifacético artista Maurizio Cattelan será el protagonista de una gran retrospectiva organizada por el Museo Guggenheim de Nueva York. Como en otras ocasiones, la muestra no se librará de polémica, aunque su obra es muy apreciada por sus conciudadanos neoyorkinos. En España pudimos contemplar una de sus creaciones en Sevilla, con motivo de la Bienal de Arte Contemporáneo celebrada en el 2004. También entonces escandalizó a más de uno. En la fotografía inferior izquierda veis el montaje: unas esculturas representando niños ahorcados, colgados de un árbol. La Consejera de Igualdad y Bienestar Social pidió que fueran retirados, petición desoída por la organización de la Bienal. La galerista Juana de Aizpuru lo justificó con el siguiente argumento: "Cattelan es un provocador, pero hay que entender que el papel de los artistas actualmente no es hacer cosas bellas que satisfagan, sino preguntar sobre temas candentes. ¿Cómo la sociedad puede ser tan hipócrita porque haya un muñeco colgado cuando a diario vemos que hay imágenes de niños con sus madres que se mueren?".
La imagen con la que abro el comentario corresponde a la maqueta de la exposición que prepara
en el Guggenheim, para la que ha pedido prestadas sus obras a coleccionistas privados y museos. La novedad consiste en colgarlas, tal como se ve en la maqueta, en el centro de la rampa circular
de la rotonda del museo. El efecto, desde luego, es impactante.
Os muestro alguna de sus obras: un caballo incrustado en una pared; el papa Juan Pablo II aplastado por un meteórito; dos policías literalmente "de cabeza"; una ardilla muerta con la cabeza apoyada en un pupitre; y Hitler en actitud de súplica.
"Las provocaciones de Maurizio Cattelan se inscriben dentro de esa contraposición entre esencia y apariencia que predomina en diferentes estrategias contemporáneas de enmascara-mientos. Entre el cuerpo, el objeto y la acción, sus esculturas hiperrealistas y performances se traducen en símbolos de ese afán universal por ocultar las verdaderas intenciones humanas. En efecto, Cattelan no se anuncia como un artista conceptual, aunque muchos de sus gestos ostentan una notable densidad de ideas. Tampoco presume de su gravedad poética; sin embargo, tras la ligereza de ciertas fábulas se esconde la conversión de lo cómico en lo trágico, dejando escaso margen para definirlo como un humorista infiltrado en el mundo del arte.
Este artista italiano asentado en Nueva York gusta de parapetarse en ese "todo puede ser cualquier cosa", donde el reto mayor significa despistar a quienes se dedican a cartografiar actitudes y poéticas que permitan modelar una nomenclatura del arte contemporáneo. Al privilegiar la digresión por encima de la evolución, su propuesta avanza por el camino de retroceso de la sociedad actual. De este desvío consciente, advertimos la verdad de tantas mentiras: el triunfo de este modo de hacer arte se equipara al fracaso del contexto donde se inserta. Presuntamente fácil, la complejidad de esta obra desconcierta a quienes prefieren vivir en el limbo de la bruma mediática y, por otro lado, satisface la ansiedad esteticista del sector instruido por consumir absurdos y simulacros." Así definen el trabajo del italiano Maurizio Cattelan en la web Taringa. Me gustaría visitar la exposición y contaros la impresión que me produce.
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