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domingo, 20 de noviembre de 2011

A propósito de Antonio López



No me considero una incondicional de la pintura figurativa. Muy al contrario, estoy por afirmar que prefiero la pintura que alude y no muestra, la que evoca y no reproduce, la que te ofrece un mayor margen de libertad para recrear. No me atrae la literalidad. Me muevo mejor entre sugerencias. Pero ¿cómo decantarte entre un Rothko y un Caravaggio? Como en tantos otros órdenes de la vida, lo elijo todo.

Hace algún tiempo, concretamente el diez de septiembre pasado, me llamó la atención un artículo firmado por Estrella de Diego en el suplemento cultural del diario El País titulado Por qué nos gusta la pintura figurativa. Se preguntaba el por qué del éxito popular de la exposición de Antonio López. "Siempre me ha parecido pintoresco ir a ver una exposición donde se transcriba la realidad palabra por palabra, como lo hace y de forma mucho más eficaz la fotografía", sostiene de Diego, "y a menudo pienso que lo que vamos buscando en esa pasión reiterada hacia la pintura figurativa y la mímesis que plantea es la destreza de la mano, cierta habilidad casi artesanal muy encomiable, desde luego, pero a veces a punto de ser sosa. Pues buscamos sobre todo esa fuerte noción de no ruptura con la tradición clásica". Y añade: "Nos sigue gustando mucho "entender" lo que vemos, que no nos anden contando milongas: esto es una nevera y aquello una señora."


















En líneas generales, a mi juicio, no le falta razón a la articulista. Cuantas veces ante un abstracto escuchamos a alguien a nuestro lado preguntar a su acompañante qué habrá querido representar el artista con lo que identifica como un borrón o un caprichoso batiburrillo de líneas y colores. Me viene ahora a la memoria el fascinante cuadrado negro de Malévich que se puede contemplar estos días en el Prado y que os muestro más abajo. Resulta obvio recordar que, independientemente de las inclinaciones individuales, siempre respetables, el gusto por las artes plásticas y su comprensión se educa como cualquier otra facultad humana, del mismo modo que se educa el oído o el olfato, propiciando así el disfrute de armonías, aromas y placeres estéticos que antes nos estaban vedados.



En lo que no estoy de acuerdo con de Diego es en que sea la pintura de Antonio López la que le inspira ese en ocasiones no tan velado desprecio hacia la figuración. López es un pintor figurativo, sin duda, pero no solo. El Cultural del diario El Mundo, el 24 del pasado mes de agosto, publicaba un espléndido artículo titulado La realidad exasperada, firmado por Caballero Bonald, referido a la obra del pintor manchego. (...) "Lo pintado no es lo que la mirada advierte: es sobre todo lo retenido en esa otra intuición de la mirada que el arte posibilita. Toda reproducción artística supone una reinvención. Más que copiar un espacio físico, el pintor lo reinventa, lo rehace según unas complicidades expresivas que van más allá de la mera sabiduría técnica. Y por ahí se llega a esa situación límite en que la realidad y la alucinación tienden a confundirse". Y añade más adelante: "El pintor interroga al entorno como el alquimista a la transmutación de los metales. Elige un destello, una coloración significativa, una sombra irrepetible, y elabora con esos indicios elementales una acepción nueva de la realidad. Es como un exhaustivo cómputo de ingredientes que van nutriendo una voluntad irrepetible de precisión. La pintura equivale así a una poética de los límites en que lo real se aproxima a lo asombroso. Da la impresión de que Antonio López ha logrado el máximo prodigio que puede generar el arte en tanto que representación gráfica de la realidad: enaltecer la materia, dotarla de una enigmática propensión a ir más allá de lo que su propia condición determina."

2 comentarios:

  1. Tambien se puede decir, que hoy en día cualquier persona puede hacer crítica, a base de lo contrario, es decir, si critico subjetivamente de bueno o malo cualquier arte "nuevo o dificil", se podría llegar a pensar que como los demás no entienden de lo que hablo, yo soy la buena crítica. Pues no doña Estrella, usted no tiene ni idea del percal. Nos gusta, lo que nos gusta, en definitiva el arte.¿Quien entiende las nubes(y le gustan a todo el mundo), o el arcoiris, o muchas mas maravillas?. Si quiere ella entender algo(y hablando del negro), que vea los maravillosos Serra, todo negro, profundo, majestuoso, de pié o tumbado, aún siendo distintos serián iguales si no fuese por el concepto gravitatorio de Serra. Que me diga si la gravedad y el peso, gusta o no gusta; esta señora o sirrita es una simple.(Como crítica, como persona tengo el gusto de no conocerla)

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  2. Sin desmerecer al artista manchego, me quedo con Rothko y Malevich. En cuestión de crítica adhiero a aquello de que si los demás no entienden de lo que hablo... Cómo leer y porqué, de Harold Bloom, me ha cansado con su erudito hermetismo impostado. Y es considerado un gran profesor. "difícilmente sencillo" escribió Cortázar sobre un solo de trompeta: es que él tocaba la trompeta y sabía del asunto.

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