"Imagínate la persona que más daño te ha hecho en la vida; imagínate que tienes a esa persona a tu merced; le puedes dar el pase para que se reencarne, se redima o se olvide de todo eso. Pero imaginemos que esa persona es a la que tú más daño has hecho. Enciérralo en una habitación y tienes Purgatorio. Siempre me he preguntado: una vez que tienes la confesión, una vez que tienes el culpable, una vez que alguien te ha hecho un daño terrible, ¿qué haces con esa persona? A este respecto, la pregunta de La muerte y la doncella era, fundamentalmente, si la respuesta a esa situación era la venganza o la justicia. Pero ¿y si Hitler estuviera frente a ti, o la persona que detuvo a tu hijo, que te exilió, o que mató a tu mejor amigo, alguien que te arruinó la vida? Mi respuesta era siempre: yo no buscaría castigar, sino poner a esa persona frente a frente con su víctima. Yo me imagino casi una eternidad de enfrentamiento para que esa persona entendiera aquello que había hecho. No me interesa que el ciclo continúe, porque lo importante es cómo superamos ese ciclo de odio y de rivalidad. Esa preocupación se focaliza cuando escribo Purgatorio", manifiesta su autor, Ariel Dorfman.
Purgatorio trata del perdón y de la culpa. Trata también del amor, de los celos y de sus excesos. El texto es precioso, aunque en ocasiones hay frases que suenan un poco redichas. Es un drama intenso y emotivo. Me encantó el trabajo de Viggo Mortensen, un pedazo de actor que aporta total credibilidad a su personaje. Es un disfrute verle actuar. Dice su texto con total naturalidad, sin ninguna impostación, y lo acompaña con un lenguaje corporal perfectamente dosificado que añade frescura y verosimilitud al texto. En cambio me gustó mucho menos Carme Elias y la decepción fue mayor porque, tras haber visto su espléndido trabajo en Cinco horas con Mario esperaba mucho más. Todo lo que era natural en Mortensen lo sentí forzado en ella. Actuaba, y se notaba. Me dio la impresión de que no había interiorizado a su personaje y se esforzaba por ser alguien que le quedaba muy lejos. No me conmovió, excepto en muy contados momentos. Aún con ello, merecieron la pena los noventa minutos de calor axfisiante que pasé en la sala 2 de las Naves del Matadero.
Os dejo un trailer
El perdón..., tal vez una de las encrucijadas más difíciles y dolorosas de nuestras vidas (Pinzopín)
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