"La oportunidad de gozar una ciudad no se halla tan solo en la mirada horizontal sino en aquella que la recorre verticalmente desde los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies". Recuerdo estas palabras de Vicente Verdú ante el Isozaki Atea (Puerta Isozaki) de Bilbao, el complejo de siete volúmenes (dos torres gemelas y cinco edificios) que el arquitecto japonés construyó en 2007 a orillas de la ría, frente al puente de Calatrava.
Los edificios se levantan en el lugar antes ocupado por el depósito franco del Muelle de Uribitarte, del que el arquitecto japonés ha conservado las fachadas anterior y posterior, integrándolas a su proyecto. Me ha encantado como ha resuelto el conjunto.
Isozaki no solo ha jugado con los volúmenes, también la textura de los acabados diferencia los edificios. Se ha empleado vidrio en la fachada de las torres y piedra y ladrillo visto en el resto. Distintos materiales, diferentes colores.
Entre los edificios, áreas a distintos niveles unidas por una gran escalinata. Según afirman los técnicos, Isozaki ha dado solución a dos importantes problemas con los que el conjunto se enfrentaba: el desnivel de 14 metros existente entre la ría y la zona del Ensanche ( en la fotografía de la derecha veis la escalinata), y la falta de conexión entre este barrio y el puente de Calatrava, salvado a través de la pasarela Isozaki, abajo a la izquierda. Pero, al margen de sus soluciones constructivas, me ha gustado la estética de estos edificios y su juego de texturas y volúmenes.
A la derecha, una de las plazas interiores. Aquí podéis ver a lo que me refiero: aluminio, vidrio, ladrillo, piedra, su manera de armonizar las formas y los materiales.
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