La UNESCO acaba de declarar el fado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. No sé muy bien qué significa esto, ni qué tipo de beneficio le va a reportar, más que el reconocimiento oficial de un tipo de canción y un modo de sentir su música que se ha mantenido vivo en salones y chamizos durante décadas. Adorable fado, con su pésima reputación, música de meretrices y navajeros, tristes canciones de amor y abandono.
El diario El País nos recuerda las palabras de Fernando Pessoa cuando la revista Noticias Ilustradas le pidió su definición de fado: "El fado no es alegre ni triste, es un episodio del entreacto; el alma portuguesa lo concibió porque lo deseaba todo aunque no tuviera fuerza para realizarlo. El fado es la fatiga de un alma curtida, la mirada despechada de Portugal hacia ese Dios en que había creído y que también le ha abandonado. En el fado, los dioses vuelven, legítimos y lejanos".
Dulce Pontes, Misia, Mariza, Ana Moura, preciosas voces alguna de las cuales traje a estas páginas. Pero ninguna como Amalia Rodrigues. Os dejo Lágrima:
Magnífica noticia; desde que ayer me enteré, supuse que la ibas a glosar de inmediato. A propósito de los ciclos anuales de fado que tienen lugar en Oviedo, leí una frase perfecta: "allí donde hay una fadista hay un hada". Estoy de acuerdo contigo en que hay maravillosas fadistas pero Amalia sólo hubo y habrá una.
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