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sábado, 5 de noviembre de 2011

El palacio de Riofrío


Muy cerca del Palacio de La Granja de San Ildefonso, rodeado de dehesas y prados se encuentra el Palacio de Riofrío. El paisaje es espléndido. Bosques de encinas, robles, enebros y fresnos. De repente se cruzan en nuestro camino una manada de gamos. Más allá, el macho camina confiado y majestuoso. Lo que fue coto de caza de la realeza española es hoy un espacio protegido.













Felipe V, gran amante de la caza y la vida al aire libre, alquiló esta dehesa al marqués de Paredes y gustaba venir a pasar el día, alojándose en el vecino Palacio de la Granja. Cuando en 1746 murió el rey, su esposa, Isabel de Farnesio, se trasladó a vivir al palacio de La Granja pero no se sentía cómoda. Había accedido al trono su hijastro Fernando y la reina viuda temía sentirse relegada cuando los nuevos monarcas se instalaran en San Ildefonso durante el verano y en las temporadas de caza. De manera que se planteó construir en estas tierras un nuevo palacio, Riofrío, donde vivir cómodamente con su corte. Fernando VI vio con buenos ojos el alejamiento de su madrastra y en 1751 se formalizó la compra de la dehesa y las tierras colindantes. El proyecto incluía, además del palacio, cuarteles para la guardia española y valona, casas de oficios y caballerizas, un convento de franciscanos y un teatro, además de los jardines de estilo francés diseñados por Champion.














De todo ello solo llegó a construirse el palacio y la casa de oficios, ya que la muerte de Fernando VI y la reina Bárbara propiciaron la subida al trono de Carlos III, hijo de Isabel, y la Reina madre volvió a Madrid perdiendo todo interés por Riofrío. Los siguientes monarcas siguieron utilizando la dehesa como coto de caza, pero el palacio nunca llegó a habitarse de forma continuada. Solo Don Francisco de Asís, esposo de Isabel II, y Alfonso XII durante su luto por la reina María de las Mercedes vivieron en Palacio. Por ese motivo encontramos pocas habitaciones decoradas.















El palacio es precioso, cuadrado, armonioso, más pequeño que el de la Granja y yo diría que más femenino, aunque la reina no intervino mucho en su construcción, que se hizo más al gusto de su secretario, el marqués Annibale Scotti. Sobre estas líneas las dos magníficas escaleras a ambos lados del zaguán. Las balaustradas de piedra se adornan con grupos alegóricos de niños esculpidos por Joachim Dumandré y André Bertrand.













La capilla, que veis a la izquierda, conserva el pavimento original. La tribuna regia se encuentra en el piso principal y, sobre ella, la del servicio. Sobre el altar La Virgen y el Niño con Santa Bárbara y San Francisco de Sales, atribuído a Antonio González Ruíz. El palacio albergaba una espléndida pinacoteca. Allí iban a parar los cuadros de otros Reales Sitios cuando los monarcas se cansaban de ellos. Hoy se encuentran en su mayoría en el Museo del Prado. A la derecha, el comedor de Alfonso XII.













Como veis, ninguna de las habitaciones que os muestro está decorada con muebles del XVIII. Sobre estas líneas, el despacho y el dormitorio de Alfonso XII. No he podido encontrar más imágenes que mostraros; durante la visita no me permitieron usar la cámara y no he podido encontrar más fotografías en la red. Pero la visita al palacio de Riofrío bien merece acercarse a Segovia.


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