Representación tras representación, va cumpliéndose la temporada de ópera en el Real sin que la calidad desfallezca. Mi devoción a Gerard Mortier, Director Artístico del teatro, va in crescendo. Anteayer fue Lady Macbeth de Mtsensk, de Shostakóvich, una ópera brutal, desmedida, que aborda con crudeza las pasiones más violentas, ópera de amor, sexo y muerte. La partitura de Shostakóvich transmite el furor del deseo, la angustia, la desesperación, la violencia y la dulzura del amor de forma sobrecogedora. Y la dirección artística se da la mano con la música. Me sigue sorprendiendo el esfuerzo actoral que progresivamente se les exige a los cantantes de ópera. Ya no nos basta con sus cualidades vocales, sus actuaciones deben resultar dramáticamente convincentes. Eva Maria Westbroek borda una Katerina Ismailova desbordante. "Tan pronto estoy gritando coléricamente como susurrando algo en pianissimo. En el escenario hay barro, nieve, agua. Me mojo, grito, repto... Después de cada actuación casi no puedo hablar, me quedo un rato en estado de shock. Me dejo la piel en el escenario y necesito un tiempo para volver a la vida real", afirmaba la cantante en una entrevista realizada por El Cultural de El Mundo.
Muchas escenas me resultaron impactantes, pero quizá fue la violación de Aksinya, desnuda y magreada por la chusma, la más terrible. La música de Shostakóvich se eleva delirante. Espléndida la orquesta del Teatro Real dirigida en esta ocasión por Hartmut Haenchen. "Me ha sorprendido mucho la actitud de la orquesta y del coro. Y no me refiero solo a su profesionalidad, también a su coraje. Lady Macbeth es una partitura de gran tonelaje que hay que levantar entre todos, con disciplina, por supuesto, pero sobre todo con valentía. Es la ópera con más decibelios de todo el catálogo. Al lado de este Shostakóvich de 24 años las óperas de Wagner y Strauss suenan a música de cámara", declaraba Haenchen a El Mundo.
La presencia de Eva Maria Westbroek en el escenario resulta apabullante. Ella lo llena todo, su simple presencia física emana un magnetismo que concita las miradas. Y su increíble voz hace el resto. Antonio Muñoz Molina, en un espléndido artículo aparecido el pasado día 9 en El País afirmaba que "canta su papel con una vehemencia enajenada". A su lado empalidece el resto del elenco, no así el coro que tiene un protagonismo decisivo en la obra y que realiza un trabajo memorable.
La fuerza de la ópera es tal que sobra, a mi juicio, cualquier puesta en escena que pueda distraer la atención. El escenario, cuanto más desnudo, mejor. En ese sentido me gustó mucho la simplicidad del trabajo de Martin Kusej.
Os dejo unos minutos del acto IV. Aunque este vídeo corresponde a la representación realizada en Amsterdam con la Royal Concertgebouw Orchestra, dirigida por Mariss Jansons, la soprano y el montaje son los mismos.
Me siento enano al leer estos comentarios, pero un enano encantado de saber que no está solo, que las maravillas que nos estan ofreciendo en El Real, las disfruta mucha mas gente que yo. Eva-Maria con la Op.114 de Shostakóvich de Leskov procedente de la Nederlandse Opera de Ámsterdam, y que no puedo estar mas de acuerdo con que ella vale toda la representación, y que el veinteañero deja pálidos a Wagner y Strauss en cuanto a decibelios extraordinarios se refiere(proporcionaron pasarelas extras para el viento), y desde luego no me extraña que entre en shock en cada interpretación, pues efectivamente, cada vez nos regalan actuaciones mas memorables. FELIZ NAVIDAD A TODOS.
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