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jueves, 22 de diciembre de 2011

Grafika, Arte urbano en el Instituto Cervantes

El llamado arte urbano ha conquistado las instituciones. Lo que nació como una respuesta a lo políticamente correcto, a los circuitos del arte convencional, un grito rebelde y anárquico ha sido deglutido por el sistema y ya forma parte del mercado. Los coleccionistas adquieren piezas de las firmas más apreciadas; galerías de arte y museos prestan sus salas a pinturas, objetos e instalaciones. Grafika muestra en el Instituto Cervantes de Madrid las obras de 30 artistas españoles que trabajan el grafiti, las instalaciones, la pintura, el videoarte, la fotografía y la creación de objetos.













La instalación que veis en la fotografía de la izquierda llama la atención nada más entrar en la sala. Se trata de una obra de Anton Unai. A base de pintura, madera, arpilleras, papeles y otros materiales recrea un espacio abigarrado y colorista en el que apetece introducirse. A su lado, Observador, de Rubén Sánchez.

















Entre kitsch, manga y surrealista La mano poderosa, de Rorro Berjano. Desde luego, resulta llamativa. Y a la derecha, un grafiti mucho más interesante para mi gusto, firmado por El niño de las pinturas.













A la izquierda Monkysi monkidú, una instalación compuesta por pequeños objetos pintados pegados a la pared, un conjunto colorista y algo infantil cuyo sentido se me escapa pero que imagino habrá divertido a su autor, Alex Castañeda. Y a la izquierda, una pintura mucho más graciosa, desde mi punto de vista, Emblemata nova, realizada por Gonzalo Rueda.













La catástrofe del postmodernismo es el título de esta instalación firmada por Zosen. Como veis, se trata de un habitáculo en forma de gusano construído a base de maderas pintadas. Me asomo por una rendija abierta en su parte frontal y observo en su interior un vídeo en el que un joven hace pintadas de espaldas al espectador, tal como os muestro a la derecha.

















Me divirtió esta serie de Emilio Subira, El club de las cabezas cuadradas. En general la exposición me pareció original, creativa y muy entretenida, aunque comprendo que al amante del arte más común no le despierte el más mínimo interés. Quizá haya servido para abrir las puertas del Cervantes a un público más joven e iconoclasta. No estaría mal.

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