Tríptico bedoniano
(...)
Lentamente, el mar trae una tarde
antigua, bella y triste, como el recuerdo
de un beso. Y si miro estas piedras
calladas, su coqueta modestia erguida
sobre el abandonado caserío;
si contemplo el árbol, la hierba, los cerros
vigilantes, la luz extrañamente cálida
de estos cielos grises del norte,
el río abierto e insomne,
entonces sueño la remota
quietud, y sé que soy -ahora, solo-
aquel canto, como un viejo dios sin reino.
José Daniel M. Serrallé, publicado por la revista Bedoniana en su núm. XI
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