


Hacía tiempo que no me encontraba de frente con su obra, y el impacto al entrar en el Palacio de Cristal de Retiro, donde expone, fue enorme. Soledad ha construido una instalación que es una réplica exacta del antiguo invernadero, y casi del mismo tamaño. Y la ha metido dentro. Un palacio con dos pieles: la primigenia, de cristal, la recién nacida de aluminio y paneles de policarbonato traslúcidos de un azul noche. Como recoge el folleto que ilustra la exposición, el cielo parece estar dentro y fuera: "en el exterior el cielo solar y las nubes, dentro una reconstrucción imaginaria del firmamento nocturno con las formas básicas del edificio. Los cristales abren al cielo y en su interior encierran nuestro universo mental: el lenguaje, o más que eso, un universo de signos que dotan a la estructura con la vida y el sonido del habla."


Como veis, los paneles se abren a la luz a través de los signos de puntuación que "actúan como una constelación de herramientas sonoras y sirven para introducir la expresión en el lenguaje: la admiración, la pregunta, los silencios y las pausas de los puntos y comas (que son también tomar aliento y respirar), los paréntesis son hablar en voz baja o en un aparte, los acentos imprimen volumen y música a las palabras, los asteriscos y los guiones dirigen o sitúan los pensamientos colaterales...". Así, el espacio resulta a la vez externo e interno, un universo interior y exterior, una paradoja cargada de sentido poético.

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