"El arte y la literatura fueron el puerto definitivo donde calmé mi ansia de nave sedienta y a la deriva. Las lecturas que desde entonces, apasionadamente, me han acompañado, han transformado mi vida, gracias a esas verdades que solo el arte puede revelar. Me he dejado poseer por los grandes clásicos del arte, de la literatura, de la música y la filosofía; en ellos es donde prevalece una oscura e ilimitada reserva del sentido que nos abre noches insospechadas, a intuiciones decisivas, cuando todas las certezas se disgregan, se consumen, se pierden.
Nunca he sido uno de esos lectores de obras completas, que se guían por alguna clase de sistematización. Por el contrario, en cada una de mis crisis he cambiado de rumbo, pero comportándome siempre ante las obras supremas como si me adentrara en un texto sagrado; buscando en ellas una revelación ocular.
Otras lecturas no tienen mucho valor, ya que pasan por nuestro espíritu sin dejar rastros, y solamente aquello que nos hiere, que nos imprime una huella, sirve a la fundación de los cimientos que podrán sostener el despliegue de nuestra existencia.
Por eso Kafka recomendaba leer libros que nos atraviesan el cuerpo como un hacha, resquebrajando cuanto haya de congelado en nuestro espíritu. Una novela que deje tal cual al escritor y al lector es una novela inútil, estéril. ¿Quién puede ser el mismo luego de haber leído Dostoievski? ¿Después de Los hermanos Karamazov no somos las mismas personas que antes, como seguramente tampoco lo fue Dostoievski.
Aquellas obras despertaron en mí una sed infinita de absoluto y me alentaron en la riesgosa pero apasionada búsqueda de mi vocación, de mi destino.
(...)
La escritura ha sido para mí el medio fundamental, el más absoluto y poderoso que me permitió expresar el caos en que me debatía. Me permitió liberar no solo mis ideas sino, sobre todo, mis obsesiones más recónditas. Lo hizo cuando la tristeza y el pesimismo habían ya roído de tal modo mi espíritu que, como un estigma, quedaron para siempre enhebrados en la trama de mi existencia. Porque fue precisamente el desencuentro, la ambigüedad, esta melancolía frente a lo efímero y lo precario, el origen de mi desesperada y absoluta entrega a la literatura."
Os ofrezco un extracto del discurso pronunciado por Ernesto Sabato en el 2002 con motivo de la Feria del Libro de Sevilla, invitado por la Fundación José Manuel Lara.
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