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martes, 3 de enero de 2012

Museo del Romanticismo. Los dominios masculinos


Sigo con mi paseo por las habitaciones del Museo del Romanticismo. Ya os hablé en entradas anteriores de la "zona de recibo", de los espacios para la intimidad de la familia y de los dormitorios de los señores de la casa. Entramos ahora en los dominios masculinos y lo hacemos a través de una sala denominada "El gabinete de Larra" dedicada al escritor romántico Mariano José de Larra, una habitación de sobria decoración, presidida por un precioso sofá fernandino que aún conserva la tapicería original. Sobre él se expone un lienzo firmado por José Gutiérrez de la Vega representando a la mujer del pintor mientras mezcla los colores que servirán a su marido para pintar el retrato de Larra, que se muestra a su izquierda.

















El mismo retrato que cuelga de una de las paredes y que os ofrezco en la fotografía de la derecha, al lado del Retrato de dama, para algunos entendidos identificada como Dolores Armijo, amante del escritor y, junto a su decepción y desesperanza por la situación política de España, causa de su suicidio. En una acción cargada de espíritu romántico, el 13 de febrero de 1837, antes de cumplir los 28 años, Larra se pegó un tiro en la sien ante un espejo. En una vitrina se muestran miniaturas de la familia del escritor y, entre otros objetos donados por esta cuando se constituyó el Museo, un par de pistolas de duelo (algunos sostienen que una de ellas fue la utilizada para acabar con su vida) y un manuscrito en el que describe a "el calavera", refiriéndose a sí mismo.














La pieza de la izquierda es una sala de carácter familiar pero abierta a las visitas de confianza. Aunque su atmósfera es masculina podéis ver en la fotografía una maravillosa cómoda que perteneció a la poeta Carolina Coronado y que procede de la Quinta de Madrid, propiedad de la reina Isabel II. Se trata de un mueble revival del rococó con incrustaciones metálicas y gran labor de marquetería. Al fondo cuelga enmarcado un abanico de plumas blancas de cisne también perteneciente a la poeta. A la derecha, el fumoir o fumador, un espacio reservado el dueño de la casa y sus amigos de confianza, amueblado con sillones cómodos y mullidos, de reminiscencias orientales, donde poder recostarse y descansar.














En "el gabinete" los dueños de la casa recibían a visitas de confianza. Los muebles eran ligeros y confortables y no podía faltar el pianoforte para las veladas musicales. En las vitrinas se exhiben diversos objetos masculinos: gemelos, alfileres de corbata, impertinentes, relojes de bolsillo. En esta sala podemos ver una colección espléndida de retratos y autorretratos, como el de Antonio María Esquivel, que cuelga sobre el sofá en la fotografía de la derecha, acompañado de sus hijos Carlos y Vicente.













Ninguna casa burguesa que se preciara podía prescindir del despacho, habitación masculina por excelencia. Muebles fernandinos e isabelinos, papel inglés para las paredes y una espectacular mesa de despacho con decoración de taracea perteneciente al marqués de la Remisa. Los cuadros del despacho representan a ilustres figuras de las finanzas y el ejército, mientras que en la habitación contigua, la sala de billar, retratos femeninos tapizan literalmente las paredes. El juego del billar llegó a España con la dinastía borbónica y desde el principio estuvo vinculado a la aristocracia y al mundo masculino. Esta sala solía estar cerca del comedor y de la sala de fumar, donde los caballeros se retiraban después de las comidas.

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