«Más allá de la leyenda y la historia, Bedonia existe como un lugar simbólico, una realidad intelectual y un territorio literario y gracias a la entrega y pasión de un grupo de hombres y mujeres empeñados en revivir la historia de este rincón, lo han logrado». Con estas palabras saludaba la poeta asturiana Berta Piñán (espléndida poeta, de la que os he ofrecido algunos versos) la publicación de un nuevo ejemplar de Bedoniana, un anuario que ha rescatado historias, documentos, anécdotas, fotografías, recuerdos y escritos sobre el monasterio de San Antolín de Bedón y el pueblo de Naves, en el concejo de Llanes, en Asturias.
Se trata de una revista en formato libro exquisitamente editada, "páginas sobrias, elegantes y delicadas, que han demostrado en estos años que un lugar, por muy pequeño que sea, puede comprender el mundo". Muchos y poderosos son los lazos afectivos que me unen a esta parte de mi tierra y a esta publicación, aunque no la he tenido en mis manos hasta hace pocas fechas. Territorio físico y emocional que me es propio. La responsabilidad última de su existencia recae en Juan Carlos Villaverde, alma de la Editorial Alvízoras Llibros, cuyo excelente hacer y exquisito trabajo han fructificado en un conjunto de publicaciones (facsímiles, cuentos, ensayo, poesía ...) que estoy segura quedarán en los anales del trabajo editorial asturiano. De su mano se han rescatado testimonios y documentos que sin ella se habrían perdido, quizá para siempre.
Lo ínfimo, lo más pequeño contiene el universo. ¿De qué habla este número, el correspondiente a 2009? Enumero algunos títulos de los escritos en él contenidos: Darío de Regoyos por Asturias: San Antolín de Bedón, por Juan San Nicolás (en la fotografía una reproducción del cuadro firmado por el pintor en 1910); Fiesta del árbol en San Antolín de Bedón (Verano de 1915), por Luis Carrera Buergo; Esa singularidad de bedoniana, por Xuan Xosé Sánchez-Vicente; Un minuto era un siglo, una vida, un amor, por Álvaro Ruiz de la Peña; El archivo parroquial de San Antolín de Bedón y Naves, por María Jesús Villaverde Amieva y José María Fernández Hevia; Campos magnéticos, por Luis Pérez Ortiz ... Una enorme variedad de temas y tratamientos alrededor de un pueblo y un monasterio. Hasta ha lugar un poema de Emily Dickinson, escrito en 1862 y traducido por Diego Valverde Villena:
Tiene tan poco que hacer la hierba.../ Un ámbito de sencillo verde,/ tan solo criar mariposas/ y agasajar a las abejas/ y mecerse todo el día con melodías bellas/ que las brisas traen de lejos;/ guardar la luz del sol en su regazo/ y hacer reverencia a todo./ Y ensartar perlas de rocío toda la noche/ y ponerse tan bella:/ poco fuera una duquesa/ para tal reconocimiento./ E incluso cuando muere... irse/ entre olores tan divinos/ como especias humildes que se duermen,/ o nardos marchitándose,/ y luego, morar en graneros soberanos/ y pasarse los días soñando./ Tiene tan poco la hierba que hacer./ Quién fuera heno ...
Una pequeña estación de tren ( La estación de Villahormes, por Alfonso Sampedro), recuerdos infantiles (El duende de San Antolín, por José Manuel Carrera), la recogida del ocle (así llamamos en Asturias a las algas) en la playa (El ocle en la playa de Beón, por Concepción Vega Obeso), cualquier asunto resulta apasionante según la mirada y la pluma de quien lo trata. Y , junto a la recuperación de antiguas fotografías, los espléndidos trabajos de Antonio Diego y Juan Ardisana.
Los versos de otro poeta asturiano, también querido, del que ya os traje algún poema. Pablo Ardisana.
Beón
¿... Ya estaban tus gaviotas
cuando apenas un río
se iba alejando de ti,
en casi imperceptible lentitud
de dormidos milenios?
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