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miércoles, 6 de julio de 2011

En Estocolmo


Esta ciudad es cielo y mar. Agua por todas partes, entre el lago Mälaren y el mar Báltico catorce islas de distintos tamaños unidas por puentes, enormes zonas boscosas y un cielo amplísimo de luz blanca, estos días con enormes nimbos como barcos blancos y grises navegando en el azul. Un espectáculo magnífico. Desde la ventana de la habitación de mi hotel contemplo el atardecer sobre Skeeppsholmen, una de las islas que conforman Estocolmo. El sol, que se esconde a mis espaldas, tiñe de dorado un palacete que asoma su perfil entre los árboles (el Moderna Museet) , las agujas de un precioso edificio de ladrillo rojo (un edificio oficial de la marina sueca) y hace brillar un enorme yate que, para mi desgracia, ha fondeado justo enfrente.













Gamla Stan, la isla en la que está mi hotel, es la que contiene el casco antiguo, el núcleo alrededor del que se construyó la ciudad a mediados del siglo XIII. Tiene el encanto de sus calles estrechas y empedradas, casas señoriales de los siglos XVII y XVIII y preciosos edificios renacentistas. Aquí se encuentran también el Palacio Real, el Parlamento, la Catedral y este Palacio de los Caballeros, que os muestro abajo a la derecha, donde se alojaban los señores que tenían cita con el Rey.













Durante estos días he recorrido varias islas en interminables paseos que me han permitido disfrutar no solo de paisajes espléndidos sino también de la forma de vida de la ciudad. Una ciudad sin coches, en la que la gente se mueve en bicicleta, una ciudad de gente educada que vive despacio. Todo me parece idílico hasta que recuerdo el auge de la novela negra sueca y las teorías sobre el efecto de los larguísimos inviernos sin luz en el carácter de los suecos. Bien, prefiero disfrutar de estos largos y soleados días de principio del verano, eternos días sin noches (a las once aún no es noche cerrada y a las tres y media ya entra el sol por mi ventana), y quedarme con las sonrientes miradas de tantos ojos azules. Tierra de vikingos. Por las calles, muchas mujeres jóvenes con coronas de hojas de hiedra y flores en la cabeza.

























Las imágenes que veis corresponden a Strandvägen, en el barrio de Ostermalm, la calle que, quizá, agrupe las mansiones más elegantes de la ciudad. Al otro lado del bulevard, el mar. Siempre el mar, mires donde mires. Y barcos de todos los tamaños y categorías atracados por todas partes, algunos convertidos en viviendas.














Despertar, mirar por la ventana y ver este espectáculo. Este sí es un privilegio de dioses.

3 comentarios:

  1. Esto si que es auténtico material blanco sublime y no el "White material" filmográfico con el que tu misma pretendias deleitarte(además de no aportar nada nuevo, es del 2009 y ha sido muy retocada). Magnifica casa de los caballeros-Riddarhuset-(no palacio), donde efectivamente se alojaban los nobles ante su visita al rey pero los desarmaban al cruzar el puente Norrbron(no el magnifico Basabron), por si las moscas y los celos tan actuales por entonces. La Casa de los Caballeros(Riddarhuset)del XVII, es posiblemente, el barroco mas bello de Stockholm, y domina la pequeña isla de Riddarholm, uniendo Gamla Stan(el centro del poder) y las antiguas caballerizas con el parlamento. Esta casa, es muy especial para la nobleza sueca, pues el ingreso en ella se producía, cuando el escudo de la familia se colgaba en la Sala de los Caballeros de dicha Huset. Bonitas fotos de las magnificas calles de Estocolmo. Como brilla la humedad, y como huelen los entornos.

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  2. que ganas de viajar! y que increíble que anden bellas jóvenes adornadas con flores en la cabeza, me gustaría retratarlas sobre un fondo azul de cielo y mar.

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  3. Que envidia me corroe, no puedo esperar a mudarme alli el proximo verano! De Estocolmo al cielo :D

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