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miércoles, 20 de julio de 2011

Christiania


Christiania es uno de los lugares más curiosos de Copenhague, un paraiso libertario dentro de la ciudad. Se encuentra en el barrio Christianshavn, creado por el rey Christian IV en 1600 para el desarrollo de la actividad comercial de los kobmendenses, unido a la City por el puente Knippels-Torvegade













En 1971, un grupo de hippies ocuparon una serie de barracones abandonados por el ejército danés y unas cuarenta hectáreas a su alrededor, se instalaron en ellas y proclamaron el "estado libre" de Christiania, negándose a pagar impuestos y promulgando sus propias leyes. El sueño libertario de una generación. Pese a la oposición de gran parte de la opinión pública, el Gobierno hizo la vista gorda y Christiania fue la Itaca de muchos jóvenes que defendían un tipo de vida alternativo.













En aquellos años, en Christiania imperaba el "buen rollo". Los pacifistas y los hijos del flower power vivían y dejaban vivir. Pero las cosas fueron degenerando y, del consumo de hachís y marihuana de buena calidad se pasó al trapicheo con drogas duras. Christiania se convirtió en refugio de yonquis.













Pero sus habitantes tomaron cartas en el asunto y prohibieron su consumo en el barrio, estableciendo vigilancia para evitar la entrada de camellos.













Debo confesar que me encanta el aire que se respira en Christiania. Me gusta la gente que elige una vida alternativa y la lleva a cabo. Paseo entre árboles y barracones cubiertos de grafitis, veo a grupos sentados charlando, algunos fumando, otros vendiendo bisutería, camisetas o discos tras sus tenderetes.

























La bucólica tranquilidad que se respira paseando por las calles desaparece al llegar a la zona de los bares y los tenderetes. Se concentra tal cantidad de gente charlando y bebiendo que casi debes ir pidiendo permiso para seguir caminando. Mucha gente joven, pero también personas mayores con aspecto de supervivientes de los años sesenta.













Os muestro las fotografías que pude tomar, pese a que me habían advertido que lo les gustaba ser fotografiados. Lo pude comprobar. Muy educadamente me pidieron que me abstuviera y tuve que dejarlo. Imagino que estarán cansados de ser tratados como atracción turística. De algún modo, es como visitar el Pleistoceno. Pero a mi me resultó rejuvenecedor. Soy una sentimental.

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2 comentarios:

  1. La verdad es que tiene que ser muy enriquecedor poder observar e interactuar con una «isla» cultural tan distinta al posmodernismo tecnológico y frenético en el que vivimos. Y como las reglas pueden ser decididas por la sociedad, y no por ello se vive peor o hay mayor inseguridad.
    Bravo por la entrada, las fotos, las explicaciones y en definitiva, el aire fresco que nos trae.

    Grazie

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Tantalio. Me encanta que hayas disfrutado con la entrada. Espero verte más por mi casa y contar con tus observaciones. Un abrazo

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