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viernes, 18 de noviembre de 2011

Antonio López en el Bellas Artes de Bilbao


Hace veinte años que no se organizaba una retrospectiva de la obra de Antonio López. Me perdí la exposición del Thyssen en Madrid. Aunque lo intenté varias veces, las colas para adquirir una entrada me resultaron insufribles. La coincidencia entre su viaje al Bellas Artes de Bilbao y la muestra de los trabajos de Serra y Brancusi en el Guggenheim de la capital vasca me alentaron y así tuve ocasión de disfrutar de su obra con mayor sosiego del que las multitudes madrileñas me ofrecían.



Durante este tiempo he tenido la oportunidad de leer las críticas y comentarios de toda índole aparecidas en los medios de comunicación. Qué trabajo nos cuesta a los españoles aceptar la genialidad de un contemporáneo, cómo nos gusta diferenciarnos en la crítica. De entre todas las "agudezas" que leí, recuerdo aquella que calificaba a López como "pintor de muertos".

















Para bien o para mal, a estas alturas el talento de Antonio López es algo incuestionable, al margen de que su lenguaje pictórico sea o no el que más conmueva nuestra sensibilidad. He recorrido la exposición muy despacio, volviendo atrás cuando el recuerdo de uno de los cuadros me lo imponía, deteniéndome en cada uno, contemplando el conjunto. He dejado que mis sensaciones afloraran, sin juzgar.




















Y he sentido que Antonio López de lo que nos habla, de lo que a mi me habla, es del tiempo. En todos sus cuadros se palpa el vacío, la fugacidad de la vida. La belleza es efímera, incluso el poderío de sus paisajes madrileños me da la sensación de un mundo suspendido en la nada, a punto de volatilizarse.






























A mi juicio, la diferencia sustancial entre esta y otras exposiciones del pintor es que en esta ocasión se trata de "su" exposición, una suerte de biografía pictórica escrita por el propio artista que ha elegido todos y cada uno de los cuadros y organizado la muestra según su criterio. La primera parte recoge sus temas recurrentes a través de los años (el doble retrato, el interior doméstico, el paisaje urbano, el árbol, el desnudo), y la segunda parte una mirada hacia el pasado, desde sus orígenes a su etapa de madurez. Me ha impresionado la seriedad de su trabajo, su inabarcable ambición, su testarudez por alcanzar esa luz, esa atmósfera, una palpitación en el aire que siente se le escapa. Lo vemos en muchos de sus cuadros inacabados a los que vuelve una y otra vez.
















No sé cuando volveremos a tener oportunidad de contemplar una exposición de estas dimensiones. Si tenéis ocasión, no deberíais perdérosla.

3 comentarios:

  1. Creo que aquí hoy, no va a caber mi comentario. Si consideras mala crítica lo de pintor de muertos, te diré, que no hay maestro alguno(si realmente es maestro)que no flirtee con la muerte, y ser pintor de muertos, es ser PINTOR, y una gloria para los que degustamos BELLEZA Y SABER, como no puedo(ni debo)defender algo tan obvio como la maestría y la grandeza de este gran genio, solo queda gozar(los que puedan)de esta belleza y esta genialidad que nos ofrece este MAGNIFICO PINTOR VIVO Y GENIAL(¡que luces, que sombras,que horas,como cambia el reloj las horas en función de sus cuadros, Vallecas que grande te haces en los pinceles de Antonio. Que envidía hasta en los críticos; como es posible no adorar a este personajeque nos brinda su arte y su genio a este pueblo ingrato llamado España.

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  2. Al margen de lo anterior, te diré; Cuando he visto el encabezamiento de hoy de tu blogg, he pensado, algo en el eter nos comunica. Sé de los magnificos retratos y naturalezas de A.Lopez, pero este cuadro de la comida entre joven y dama siempre me ha fascinado. Es mas, el estudio en lapiz y carbón del mismo, me fascina mas todavía, y allí estaba, en la parred adyacente para descubrir las técnicas pictóricas y la sutileza que utiliza Antonio para desgranar sla acidezu sabiduría de la forma y de la espresión, de lo que se vé y de lo que se narra, de como este hombre es capaz de mostrar a través de sus cuadros, hasta la acidez y acritud en el observador, de las granadas que nos muestra.

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  3. No tengo espacio suficiente para alabar a Antonio Lopez. Tu primera fotografía corresponde con el cuadro que junto a "Ventana grande interior", mas me gusta de Antonio Lopez(que me gusta demasiado, es para mí el pintor de las sombras de las horas de Madrid), y el último, es una maravilla pictórica, de sus membrillos,que año tras año y cuadro tras cuadro nos ha regalado ventitantos despues del primero. Gracias por traernos esto aquí.

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