Yoruno yuki
damatte tooru
hitomo ari
Hay personas que caminan
calladas.
Asabare ni
pachipachi sumi no
kigen kana
Crepitar de madera
Dos haikus de invierno, este segundo luminoso y cálido. Ricardo de la Fuente, responsable de la traducción, nos llama la atención sobre el valor onomatopéyico de la palabra pachipachi, utilizada por el poeta y que él traduce por crepitar, abundando así en la sensación de confort y alegría que ese sonido inspira.
En palabras de Ricardo de la Fuente "El haikú viene a ser una quintaesencia poética. Es una intuición que recoge las sensaciones inmediatas. En 17 sílabas no puede haber nada supérfluo. Es poesía alejada de la verbosidad, es una simple imagen. Más que decir, sugiere. El lector tiene que completar el sentido. (...) Se trata de una poesía natural, en la que el espíritu queda suspenso un instante, a causa de la contemplación de un elemento del entorno, o por una sensación o pensamiento instantáneo".
El autor de los cuadros es Utagawa Hiroshige, el último gran maestro del “ukiyo-e”, pintura del mundo que fluye, un artista de la primera mitad del siglo XIX.
El inicio de su carrera como paisajista lo marca la serie “Lugares famosos de la capital oriental”, pero la fama le vendría con las “53 estaciones del Tokaido”, serie de dibujos que muestran diferentes escenas del camino que unía Edo con Kioto, que el artista tuvo que recorrer en 1832 en una misión oficial que realizó como funcionario, acompañando a la comitiva del Shogun, encargándose de realizar bocetos y dibujos de las diversas ceremonias que tuvieron lugar en la corte imperial de Kioto.
A continuación realizó otros viajes que le van a servir de inspiración para la creación de nuevos paisajes, entre los que destacan “Lugares famosos de Kioto” “Ocho vistas del lago Biwa”, “Lugares famosos de Naniwa”, etc.
En sus paisajes reproduce la naturaleza a distintas horas del día y durante las estaciones del año, con sol, lluvia, viento, nieve, en la oscuridad de la noche, en el crepúsculo,o bajo la luz de la luna. En “Tamagawa shugetsu” , sobre estas líneas, representa una escena a orillas del Tamagawa, en una noche de otoño a la luz de la luna. La línea la maneja con maestría, mediante un preciso trazado, lo mismo que la composición, cuidadosa y refinada. En ocasiones, introduce poemas en sus obras, dejando constancia de su formación literaria. Su éxito y popularidad fueron enormes, llegando a influir en el arte occidental, sobre todo en los impresionistas, que contemplaron sus obras en las exposiciones universales parisinas de mediados del siglo XIX. Se sabe que Van Gogh poseía varias de sus estampas.
Una obra exquisita para acompañar a los haikus.
Maravilloso. Me encanta el "pachipachi" de la madera de encina y el del propio hiakú al proponerlo. OK Enhorabuena/bonita/barata. MUAC
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