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jueves, 9 de diciembre de 2010
Volver a Oviedo
Produce una sensación extraña volver de visita a la ciudad donde naciste y donde has pasado la mayor parte de tu vida. Si es una ciudad pequeña, como es el caso de Oviedo, caminas por calles y plazas y cada rincón encierra un momento de tu vida, un recuerdo, una sensación. Un banco en una plaza te llena de ternura; una fuente en el parque te devuelve a los seis años y te ves contemplando a los pececitos rojos boqueando incansables; un árbol en forma de cúpula es un poema de García Lorca; una callejuela una noche de copas cantando a Sabina. Desde la calle, qué vacías se ven las ventanas de la que fue tu casa sin ti.
Entras en una tienda y la cajera te saluda sonriente y se extraña de tanto tiempo sin verte. Te sientas a tomar un café junto a una cristalera y una de cada diez es una cara conocida. Los amigos te reciben como si hiciera un par de días que os habéis visto. En aquella pastelería, siguen elaborando las mantecadas más exquisitas; en aquel bar el mejor vermut con una gamba a la gabardina de aperitivo; en aquel chigre la mejor sidra. Mi ciudad sigue tocada de esa boina de nubes que nos hace a los asturianos melancólicos.
Orbaya. Dejo que la humedad me empape, no abro el paraguas. Aquí le hice una foto a mi hija con una camiseta rosa, estaba guapísima. Aquí escribí un poema a tres manos, junto a dos personas a las que quería profundamente. Aquí estaba el despacho de mi padre: me recuerdo subiendo corriendo las escaleras para que Filo o Socorro me regalaran pastillas de goma. Aquí, la Librería Guillaume (aún conservo cuentos de Celia con el sello de la librería). En esta casa nací.
La mitad de mi vida, un capítulo cerrado. Cuántas generaciones de mi familia jugaron en este parque, el Campo de San Francisco? Estos árboles, el olor de esta tierra, no hay nada comparable al brillo del aire cuando sale el sol.
Qué nostalgia.
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Será mi casa para siempre. Un buen lugar al que volver, y no despegar mis pasos de su paso. Asturias está dentro de mí, junto con los que la habitan.
ResponderEliminarSalir, volar, ser ciudadana del mundo, y posarme de vez en cuando en una rama asturiana, feliz.