on &on. Arte efímero en la Casa Encendida

"Tesis de la exposición: lo efímero es el indudable protagonista de la muestra: frente a lo permanente, lo duradero, frente a la obra de arte que se mantiene inerte. El hecho artístico a través de la magia del instante, de la poesía del presente".

Así reza el folleto explicativo que te entregan en la exposición. Fui a verla con el firme propósito de, enterrados los prejuicios, que confieso tener, abrirme a las sensaciones que, lo que iba a contemplar, oler, escuchar, me produjeran. "El arte evoluciona y no tengo por qué negarme a nuevas formulaciones que, pasado un tiempo serán consideradas clásicas y que, si logro la necesaria amplitud mental, hoy pueden hacerme gozar", me repito. La belleza se encuentra en lugares insospechados. Así que entré en las salas con las mejores intenciones.

Y qué me encontré?. Ante la imposibilidad de facilitaros fotos de todo lo que pude contemplar, os ofrezco un enlace que respeta los derechos de los autores y os pueden dar una idea.

Entras en una sala y te encuentras un grupo de sillas de madera alineadas ante un piano (las imágenes con las que abro el comentario), todo ello encerrado en una tupida red de lana negra, una tela de araña agobiante. Te da la sensación de entrar en una cueva. Las sillas están quemadas. La obra se titula "In silence" y pertenece a Chiharu Shiota.











Al lado de esta sala, y suspendida sobre una escalera descendente, "Down time", de Claire Morgan. Intentaré explicaros en qué consiste el montaje: un conjunto de fresas, la mayoría ya podridas, penden de hilos de nailon sujetos al techo, y forman una suerte de cortina suspendida inclinada sobre la escalera. A su lado, otros hilos parecen ensartar moscas formando un paralelepípedo y un último grupo de hilos más largos ensartan moscardones, que el aire hace bailar muy cerca del suelo. Para completar tanto elemento orgánico en putrefacción, un grajo disecado abre sus alas. Huele dulce. No puedo evitar pensar lo mal que se quitan las manchas de fresa, al ver como están dejando el suelo las que ya se han caído.

Una nueva sala. Celeste Boursier-Mougenot presenta "Fron here to ear", versión 11, eso querrá decir que hubo diez versiones antes. En el suelo, isletas de arena salpicadas de hierba, guitarras eléctricas, platos de baterías, altavoces, amplificadores, bajos y 40 pájaros de la especie "diamante mandarín" que cuando yo llego están apelotonados sobre la parte superior de sus pequeños nidos. El asunto consiste en que, cuando a los pájaros se les antoja, vuelan hasta una guitarra, un bajo o un plato, y al contacto con las cuerdas o el metal producen un sonido que recogen los micrófonos y amplifican los altavoces. No tuve la oportunidad de escucharlo, aunque esperé pacientemente. Los pájaros no debían estar para músicas, aunque fueran celestiales.

"Volvemos de nuevo a la época de los sesenta, que comienza a utilizar el término de instalación para hacer referencia a una serie de obras pensadas como tales, que proporcionaban una experiencia en la que sumergirse y que convertían al espectador en el centro de la misma", afirma el folleto explicativo.

Anya Gallaccio firma "Aspire". Imaginaos unas lámparas como las que iluminaban los salones medievales, aros de metal colgados de cadenas al techo en los que se colocaban las velas. En una sala cuelgan del techo tres aros de metacrilato en los que se asientan un conjunto de velas que van deshaciéndose, y cuyo esperma dibuja las formas caprichosas que todos conocemos, esperma que rezuma sobre el metacrilato y, cayendo al suelo, dibuja unos círculos concéntricos. La luz de las velas siempre consigue crear una atmósfera misteriosa. Los vigilantes son los encargados de sustituir las velas consumidas. Imagino que porque ese acto no debe tener mucho "arte".

La misma autora es responsable de "Stroke", una sala pequeña, contigua a la anterior, cuyas paredes están bañadas en chocolate, así como un banco que te invita a sentarte en medio de la misma. Lo hago, e inmediatamente alerto a una vigilante, preocupada por si he manchado el abrigo. Me tienta lamer las paredes, pero escucho cantar a una voz femenina y salgo en su busca. Resulta que esa voz es otra instalación. La idea es de Tino Sehgal y se titula "Esto es propaganda". Una chica joven, con una voz preciosa, cada cierto tiempo se coloca cara a la pared y canta "Esto es propaganda, tu sabes, tu sabes, 2002, cortesía del artista". Me quedo estupefacta. Hablo con ella. Me cuenta que es actriz y que forma parte de un grupo de actores-cantantes contratados para esto. No doy crédito. Pero cuando ya me quedo definitivamente muda es cuando entro en una sala vacía en la que, cada cinco minutos, se apaga la luz. En eso consiste la instalación, firmada por Martín Creed y titulada "Luces que se encienden y se apagan cada cinco minutos". Un título explicativo, sin duda.

Después de pasar al lado de un montaje titulado "La crypte" que huele terriblemente mal, firmado por Michel Blazy, llego a "The conference", de Gerda Steiner y Jörg Lenzlinger. En una sala oscura, la luz incide sobre una mesa donde parece que ha tenido lugar una reunión de trabajo: ordenadores personales, teléfonos móviles, bolígrafos y blogs de notas, incluso tazas de café, y una especie de espuma rosa (fertilizante artificial cristalizado) que parece salir de los aparatos y engullir todo lo que encuentra a su paso. Resulta inquietante.

Abandono La Casa Encendida algo perpleja. "Efímero", desde luego. "Arte"?.