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jueves, 30 de diciembre de 2010
El cielo protector, Paul Bowles
Coincidiendo con un viaje a Marruecos, releo la obra de Paul Bowles. Camino por las calles de Tánger con la música de sus palabras cantándome al oído, y recreo su mirada despiadada y amorosa sobre las paredes encaladas y la piel cuarteada de los viejos, encorvados bajo sus chilabas.
" De regreso en la habitación, volvió a cerrar con llave y se acercó a la ventanita. De un tirón arrancó la sábana que la tapaba.El muro de afuera se teñía de rosa a medida que el sol iba cayendo en el cielo; el rosa llenó la habitación. En todo el tiempo que dedicó al equipaje no había mirado ninguna vez hacia el rincón. En aquel momento se arrodilló y miró la cara de Port de cerca, como si no la hubiera visto nunca. Apenas rozándole la piel, le pasó la mano por la frente con infinita delicadeza. Se inclinó más y apoyó los labios sobre sus cejas. Permaneció así un rato. La habitación se tiñó de rojo. Suavemente apoyó la mejilla en la almohada y le acarició el pelo. No derramó ninguna lágrima; era una despedida silenciosa. Un zumbido de extraña intensidad delante de ella le hizo abrir los ojos. Observo fascinada como dos moscas hacían el amor, breve y frenéticamente, sobre el labio inferior de Port."
Escalofriante descripción de una despedida, la que precede a la huida de Kit hacia la locura, abandonando su lucidez junto al cadáver de Port, su marido. Aquel del que Bowles escribe:
"Aquella noche despertó llorando. Su ser era un pozo de mil millas de profundidad, ascendía desde las regiones inferiores con un sentimiento de infinita tristeza y de gran reposo, pero sin recuerdo de sueño alguno, salvo la voz sin rostro que había susurrado: "El alma es la parte más cansada del cuerpo." La noche era silenciosa, salvo por un leve viento que soplaba a través de la higuera y movía los bucles de alambre que colgaban de sus ramas. Se rozaban al balancearse, chirriando ligeramente. Tras escuchar un rato, se durmió."
En otro punto del relato, Port había dicho:
"La muerte siempre está en camino, pero el hecho de que no sepamos cuando llegará parece restarle finitud a la vida. Lo que odiamos tanto es esa terrible precisión. Pero como no sabemos, nos toca creer que la vida es un pozo sin fondo. Sin embargo, las cosas ocurren solo un determinado número de veces, en realidad, muy pocas. ¿Cuántas veces más recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que forma una parte tan entrañable de tu ser que ni siquiera puedes imaginar la vida sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizás ni eso. ¿Cuántas veces más verás salir la luna llena? Quizás veinte. Y sin embargo todo parece ilimitado."
Estos párrafos que reproduzco pertenecen a "El cielo protector", que Bowles escribe en Marruecos aunque la acción se desarrolla en Argelia, y describe como nadie la belleza y la crueldad del desierto y de ese cielo infinito que protege del que está detrás, del cielo oscuro y amenazante. El cielo protector que, al rasgarse, facilita el paso a la muerte.
Aunque Bowles siempre insistió en que esta novela no era autobiográfica, todo el mundo quiso creer lo contrario. Hasta el propio Bertolucci, al convertirla en película, buscó a una actriz que físicamente se pareciera a Jane, su mujer, para interpretar a Kit. "Bernardo Bertolucci, que tuvo la fatídica idea de llevar este recalcitrante libro al cine, creyó ver en él grandes posibilidades publicitarias. Quiso que Debra Winger se pareciera lo más posible a Jane", manifestó el escritor.
Hoy se cumple el centenario de su nacimiento. Os dejo unos minutos de película para que disfrutéis la belleza del desierto.
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Hola, sol pau: dust in the wind, all you are is dust in the wind, era eso lo que decía la canción de... ¿Kansas, se llamaba el grupo? Preciosos los textos y el fragmento bertolucciano. Sí, belleza desolada del desierto. El blog protector, diría yo. No es que tu casa sea tu mundo, es que el mundo es tu casa.
ResponderEliminar¡Hasta en las moscas dándole al asunto se fijaba Bowles! Hay un fragmento en El cuaderno gris de Plá en que se fija en los vencejos apareándose entre chillidos. Decía Umbral que los animales fornican directamente, entre los humanos es todo más complicado, ya sabes, se distingue a menudo entre el simple fornicio y el hacer el amor, que por haberlo oido millones de veces nos pasa inadvertida la belleza de la expresión, hacer el amor, que suena a cosa manual e infantil, a niños con la plastilina o a alfareros con las manos sobre el barro calentito. "ese jugar de lomos y caderas", decía Cervantes. Y también lo de El Ultimo Tango: decía allí Brando, no quiero saber tu nombre, nada de tí, pero al cabo no podía impedir el la mantequilla del enamoramiento y se apegaba a la chica, más allá del puro deseo mecánico y del falo de los cuatro metros y los relatos porno-gay del japa del post de abajo, ya sabes, se canta lo que se añora y lo que se teme, las dos cosas, pero no sé yo si Bertolucci y Bowles, en mi opinión, comprenden como es debido que lo decisivo no es tanto el durante, como la fiebre de las vísperas y la inigualable dulzura del después. Feliz año nuevo, sol pau, allá por donde te andes.
¡Qué lujo contar con tus comentarios a mis palabras! Gracias de nuevo, y toda la felicidad para el nuevo año.
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