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martes, 28 de diciembre de 2010

Rubens, Helena e Isabella

El 6 de diciembre de 1630 Rubens se casa con Helena Fourment, y comienza la elaboración de este óleo, El jardín del Amor, en cuya realización puso especial cuidado a tenor de los bocetos y estudios que nos han llegado. El cuadro es la recreación de una escena cortesana galante, en el que se mezclan personajes reales con otros mitológicos, como los amorcillos, que portan símbolos del amor conyugal, o las fuentes de las tres Gracias y de Venus, que aluden al amor fecundo. El conjunto es una exaltación al amor y al matrimonio. Un cuadro delicioso, magnífico en su composición, en la viveza de sus personajes y la vistosidad de la escena, exuberante de vida y sensualidad, como tantos cuadros del artista. En el personaje central reconocemos los rasgos de Helena, modelo de muchas de sus obras.



Aquí la tenemos, en un maravilloso retrato, ataviada con joyas, plumas y ricos ropajes, como no podía ser menos tratándose de la esposa del pintor más afamado de su tiempo. Y abajo, a la derecha, posando desnuda, cubierta solo parcialmente por un manto de piel. 17 años tenía Helena cuando Rubens realiza este cuadro, en 1631, un año después de su matrimonio. Como ya hemos comentado en otra entrada dedicada al pintor holandés, Rubens bebía de los maestros, copiaba sin pudor las obras de los pintores a los que admiraba. En esta ocasión, vemos la clara influencia de Tiziano y sus Venus ( a la izquierda) en el retrato de su esposa desnuda, aún cuando el tratamiento de la piel y la exuberancia de la carne resulta personalísimo. La figura se recorta sobre un fondo neutro y recibe un fuerte haz de luz que da a su piel un color perlado. El canon de belleza rubeniana queda patente en este retrato, demostrando que era el estado natural de las mujeres de su tiempo, siendo sinónimo de una buena alimentación y, en consecuencia, de distinción. La mirada de Helena se dirige al espectador en un diálogo muy sugerente. El color negro del abrigo y del fondo contrasta con la claridad de la piel. El efecto atmosférico que se crea a través de la llamada "técnica discontinua" también es heredero de Tiziano.





















El matrimonio tendrá cinco hijos: Clara Juana, Francisco, Isabel, Pedro Pablo y Constancia Albertina, nacida póstumamente. Y Rubens pinta las escenas familiares. Aquí vemos al matrimonio paseando por los jardines de su casa con el mayor de sus hijos varones, Francis, y a la derecha a la madre con el niño.





















Me encanta la maestría del pintor al trasladar al lienzo las texturas, tanto de los ropajes como de la piel de la mujer y el niño, así como las transparencias de las gasas bajo las rodillas de ella.


Sobre estas líneas vemos otra escena familiar en el jardín, seguramente también con su hijo Francisco, y la reproducción de la entrada de su casa, la misma que encontramos en El jardín del Amor, el cuadro con el que abro el comentario. La suntuosidad y riqueza tanto de los jardines como de los espacios arquitectónicos nos hablan del elevado "status" del que disfrutaba la familia.

Pero Helena no fue la única esposa del pintor. Antes que a ella Rubens había desposado a Isabella Brandt, cuando contaba 18 años. Y también la convirtió en su modelo. En este maravilloso cuadro se les ve juntos, él mucho más joven que en los posteriores con Helena.



Y dos retratos más de Isabella. Me gusta especialmente el dibujo, realizado cuando ella contaba 31 años, en el que podemos disfrutar de su enorme destreza como dibujante. Un rostro interesantísimo.

2 comentarios:

  1. Hola, sol pau:gracias por ayudarnos así, con tu manera tan precisa y medida, a familiarizarnos con las virtudes de la pintura de Rubens y guiarnos a sus virtudes: qué cierto lo de las texturas de los ropajes y esas gasas transparente. Por que de esta manera se entiende y se disfruta más de esas pnturas. Gracias

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  2. Ay, maravillosa, como siempre... De principio a fin, sin desperdicio.

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