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miércoles, 13 de abril de 2011

En la Plaza de Olavide


Desde que llegó a Madrid la primavera suelo ir a leer a la plaza de Olavide después de comer. Me siento en una de las terrazas colocadas en su perímetro, pido un café y me enfrasco en la lectura, estos días en la intensa, conmovedora, hondísima La vida entera, de David Grossman. Sé del paso de las horas porque, de repente, siento las nalgas dormidas; dejo de escuchar el bullicio de los niños como música de fondo, jugando en el centro de la plaza tras la salida del colegio; y, al levantar la vista del libro, veo que la terraza se ha llenado de gente joven vociferante ante una jarra de cerveza y una ración de aceitunas.

Hoy, el sol en mi espalda, una cierta quietud en el ambiente me invita a adormilarme y, soñolienta, con la excitante espectativa del libro esperándome sobre la mesa, observo y me dejo mecer. Dos chicas muy jóvenes en una mesa vecina. Una de ellas, melena larga y ondulada, morena, rasgos felinos, un piercing negro le rodea el labio inferior y otro abraza la membrana de la nariz. Vaqueros, zapatillas de baloncesto sin cordones y una camisa de gasa estampada en pequeñas florecitas sobre un sujetador negro de encaje, cuyos tirantes, tanto de la blusa como del sostén, ha deslizado casi hasta el codo para poder recibir mejor el sol en el escote, ya bastante moreno. Un escote precioso, un pecho prácticamente al descubierto al que ella parece ajena. Minuciosamente, unas manos de uñas pintadas de amarillo van engarzando cuentas de colores en un hijo de cobre. A su lado otra joven, casi una adolescente, se ofrece a los rayos del sol con los labios entreabiertos tras unas enormes gafas de montura turquesa, también ella con los tirantes caídos sobre los brazos, sujeto el pelo castaño en una coleta cuyos rizos le cubren las orejas. Hablan, se ríen mostrando unas dentaduras perfectas (algo bueno hemos hecho por ellas, susurra la madre que hay en mi: colocarles brackets en la adolescencia), beben su cerveza a sorbitos, se atusan el pelo y vuelven a lo suyo: la morena, a sus cuentas, la castaña, a respirar sol.

Separo la vista de ellas y veo a un ser diminuto, debajo de un enorme casco de ciclista, venir hacia mi a toda mecha, calle abajo, subido en una bici de ruedas anchas pero sin ruedecitas laterales. Pedalea furiosa y concienzudamente. Temo que me embista pero, tres o cuatro metros antes de empotrarse contra mi mesa, para en seco y se apea. Es realmente una diminutez. Lleva zapatillas de deporte, pantalones cortos, una camiseta blanca y una mochila a la espalda casi tan grande como él. Sujeta la bicicleta con las dos manos sobre el manillar y mira atentamente en todas direcciones. Con mucho cuidado la hace girar y vuelve sobre sus pasos. Al cabo, vuelve de nuevo, buscando a derecha e izquierda. Es evidente que se ha perdido y espío en su expresión un gesto de miedo, de confusión, una llamada de auxilio. Su pequeña cara expresa total serenidad, un rostro serio y circunspecto concentrado en sus labores de rastreo. Se acerca a la valla que separa la acera del asfalto, apoya en ella la bici, se separa un poco, mira a su alrededor, vuelve a recogerla y deshace el trayecto calle arriba unos metros para regresar enseguida, su seria carita sin rastro de miedo. Cuando estoy a punto de levantarme e ir en su auxilio se le acerca un hombre joven al que vagamente se parece; todo el cuerpo del niño respira alivio, hablan y se van juntos, el diminuto ser guiando su bici.

Los pájaros no callan un minuto. La mesa se ha cubierto de un polvillo amarillento. Estrellas de polen revolotean a mi alrededor. Por fin, me decido a coger la novela y todo se desvanece.

Nota: El Ángel de Olavide, autor de la foto, me pide que indique su autoría. Y lo hago encantada.

3 comentarios:

  1. Está muy bien el post, muy descriptivo y con calidad literaria. Pero puede que seguramente estaría mejor si a la foto le pusieras un pequeño pie en el que se cite al autor de la misma. No es por que sea yo el autor de la misma, eso es lo de menos, es por no perder el gran sentido estético que tiene todo el conjunto...

    Saludos

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  2. Muchísimas gracias, lo haré encantada. Me dices tu nombre? Un abrazo

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  3. La foto se publicó en Enero de 2008 en mi blog
    http://elangeldeolavide.blogspot.com/2008/01/una-vez-mas-hablamos-de-la-plaza-de.html
    Yo soy el autor del blo y el de la foto.

    Gracias y saludos

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